Ya pasó el tiempo en el que la llamada de las campanas marcaba los ritmos de la vida para los habitantes de la ciudad. Ahora para diferenciar su sonido del intenso ruido que nos rodea es necesario, en cierta forma, sintonizarse con la frecuencia de una ciudad casi desaparecida.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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Una ciudad que se niega a desaparecer
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