Contrastes (Medellín, Colombia)

El ojo humano sólo puede percibir el paso del tiempo en las huellas que deja, impresas en las caras y en los cuerpos de la gente o en las fachadas de las casas o en los objetos que usamos todos los días.
Sin embargo, a veces es posible retrazar sus consecuencias, como en el caso de las viviendas, a las que se puede retocar periódicamente o renovarlas en su totalidad y de esa manera engañar al deterioro.
Hay casas a las que no se les ayudó a enfrentar el ataque del tiempo. El abandono las desarraigó y las alejó de la realidad que pasa frente a ellas. Sus paredes adquirieron la palidez enfermiza de los desahuciados. Los balcones se clausuraron sin que los habitantes de la casa se dieran cuenta: nadie volvió a pararse allí para echar una mirada a la calle, nadie volvió a asomarse desde allí para atraer con su presencia la atención de alguno que pasara.
De otras casas en cambio, se desecharon totalmente los vestigios de su antigüedad para adaptarlas a la estética de los nuevos tiempos, pero las casas viejas mantienen en su aspecto vetusto una dignidad que las ennoblece y que le falta a las casas remozadas, a las que muestran en su fachada la vanidad de la moda, logrando solamente pertenecer al grueso de lugares con las mismas características y ninguna marca que las distinga.

2 comentarios:

  1. Ey, seguro que cuando alguna casa de esas que renunció al maquillaje lea este texto, se sentirá honrada.

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  2. Lo dicho, ya una novela se abre paso...

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Medellín en blanco y negro