Hace mucho tiempo que en el centro de la ciudad se abandonó el deseo de tocar el cielo. La zona de los edificios altos se desplazó a otras latitudes. Por eso la línea pura y definida de este edificio se destaca solitaria, como una raya blanca proyectada hacia el cielo.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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