No es extraño encontrarse en una calle de cualquier
ciudad del mundo con las situaciones más extrañas.
Pero, que al caminar por una de las calles más
concurridas de esta ciudad un ciudadano desprevenido se tope sin ninguna
preparación con un par de dinosaurios si es una novedad.
Algunos pensarán que son el producto de algún fabricante
de atracciones mecánicas, pero yo estoy por creer que al igual que pasa con tantas criaturas en
muchas novelas y películas es posible que esa pose de marionetas, (su tamaño
descomunal debería servir a cualquiera para empezar a desconfiar) sea únicamente una
estrategia de camuflaje y que en las madrugadas o en las noches muy oscuras recorran
la ciudad buscando una salida; pero como en el poema de Kavafis la ciudad
siempre les acompaña.
Por lo pronto tendrán que seguir recurriendo al
disfraz de estatua viviente para perdurar. Hasta que a alguno de ellos se le
ocurra una forma de escapar.
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