Por entre la rugosidad de un viejo tronco y la textura regular de una pared se deja ver el color intenso de una azalea. Es como si la planta, hubiese escogido ese momento para florecer y enlazar por contraste a la antigua y sabia naturaleza con el concreto moderno y temporal, a pesar de su aparente solidez.
No está de más hacer notar, aunque sea una vez, que entre tantas esquinas y recovecos de la ciudad siempre aparecerán las imágenes sencillas que adolecen del sello de la espectacularidad: una de esas características que se asocian casi siempre con las fotografías en las ciudades.
Tal vez fue algún pintor que pasó por allí y no quiso dejar de lado la oportunidad de dar un toque especial a ese sitio.
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