Un visitante alado (Medellín, Colombia)

Es posible sorprender en las alturas unos perfiles que no se corresponden con los pájaros que uno se ha acostumbrado a ver en los alféizares de las ventanas o en los balcones; observando con mirada nerviosa, sopesando posibilidades de atracarse de insectos o de esos alimentos poco ortodoxos para las aves que suelen darles en las casas.
De pronto, en cualquier alar aparece un pájaro así, desconocido. Quizá descansa de alguna migración que sobrevuela tan alto la ciudad cada año que nunca se le ve o tal vez un ave de una región cercana en un vuelo de exploración. Sólo los expertos lo podrán decir, pero durante un rato este pájaro ha sido otro de esos visitantes que se sienten atraídos por la ciudad.

Caminos interiores (Medellín, Colombia)

Hay lugares en esta ciudad que sorprenden por su intimidad, es como si invitaran a la gente a adentrarse por la senda de la reflexión.
Lugares frescos y calmados donde el caminante puede liberarse por un rato de la urgencia que vive en las calles y dedicarse a dejar que su mirada interior se apropie de su pensamiento.

Flores de bajo perfil (Medellín, Colombia)

Hay arbustos que uno ve todos los días en los jardines de los barrios floreciendo sin cesar. Sus flores son tantas y tan pequeñas que la atención solo ve manchas de tonalidades diversas y el ojo no se detiene a detallar las formas de esos pequeños estallidos de color.
Sin embargo, cuando se las mira detenidamente se descubre que el exotismo en formas y colores no es exclusivo de las orquídeas.
Tal vez sea por su tamaño o por la cantidad o porque florecen siempre, independientemente de la temporada y hasta del clima, que se vuelven tan comunes como para fundirse con el paisaje urbano que las rodea.

A son de desfile (Medellín, Colombia)

La música simple y repetitiva de las marchas, que fue el regalo hecho por Philip Sousa (compositor de origen portugués, español y alemán) a la humanidad, ha acompañado los desfiles y paradas de todo tipo alrededor del mundo.
Aunque en esta ciudad se le han agregado tonalidades y ritmos que vuelven más pegajosa la música que tocan estas bandas en los desfiles.
La Playa fue testigo del paso de otra marcha y como siempre la magia de esta avenida sombreada de árboles, reforzó el impacto que dejó en la gente como lo hace con cualquier evento que se realice en ella.
Sorpresas como ésta revitalizan la imagen que del Centro tienen los habitantes de la ciudad.

Una apacible tarde (Medellín, Colombia)

Las tardes de sábado bajo los árboles evocan en algunos lugares de la ciudad escenas parecidas, guardando las proporciones, contempladas en algunas obras impresionistas. Como si la gente, a pesar de los miles de kilómetros y la distancia en los años que separan aquellos visitantes decimonónicos de los paseadores locales se sintiera inducida, en todas las latitudes, a complacerse en la sombra y el frescor que dan los árboles. Por eso será que se entregan a esa languidez que se apropia de los miembros y a veces hasta del pensamiento.

El pasar de los ratones (Medellín, Colombia)

No deja de ser perturbador que en pleno día se vean pasar tranquilamente unos ratones por las calles de la ciudad y montados en lo que a todas luces es un vehículo diseñado por ellos mismos.
Iban en medio del desfile como si tal cosa.
Inicialmente los que presenciaron su paso creyeron que eran parte de otra de las comparsas, pero si uno mira con detenimiento algunos detalles reveladores en la fotografía, empieza a inquietarse.

Los reyes en La Playa (Medellín, Colombia)

En la avenida La Playa durante el sábado pasado se aparecieron de improviso, para mucha gente, unos reyes que daban comienzo a un desfile bastante sui generis.
Marcharon después de ellos y frente a nuestros ojos todo tipo de personajes clásicos de los que aparecen en los libros y en las narraciones, pero también personajes de los que surgen en las representaciones que se hacen de la ciudad la gente que vive en ella.
Durante una celebración de artes escénicas los actores participantes les entregaron a los paseantes de La Playa, esa avenida que ha marcado el devenir histórico de esta ciudad durante muchas generaciones, una sugestiva muestra de lo que pasa por la imaginación de la gente que habita este valle.

Historia viva (Medellín, Colombia)

Así como la vida junta los destinos de las personas y les hace pasar por experiencias semejantes, de la misma manera hay lugares que comparten una historia similar.
Estas edificaciones que se han vuelto emblemáticas para el sector administrativo de La Alpujarra, fueron construidas en la misma época y juntas vivieron el esplendor de los edificios nuevos, juntos vieron también como sus destinos se dirigían inexorablemente hacia el deterioro y el abandono.
Sin embargo a causa de un cambio en la manera de asumir la historia de la ciudad fueron rescatados. Ahora juntos, han vuelto a ser las dos hermosas construcciones que durante la primera mitad del siglo fueron un hito de gran importancia en la arquitectura de la ciudad.

Interiores (Medellín, Colombia)

Cuando uno camina a paso largo por El Centro apenas mira las fachadas que delimitan los horizontes de la ciudad.
Pero desde algunas terrazas se pueden ver esas superficies interiores, que crean otras atmósferas, tan distintas a los ambientes vistos diariamente, que lo impulsan a uno a prestarles atención porque le hacen pensar que está viendo otra ciudad. Tal vez el elemento permanente sea ese perfil de las montañas que al fondo se cuela en cualquier imagen.

El sueño del papiro (Medellín, Colombia)

Para conquistar el resto del mundo qué antiguas rutas habrá seguido la caravana donde viajaron en grandes o pequeñas ánforas, tal vez a escondidas, las semillas del papiro que desde siempre ha crecido a orillas del famoso río egipcio.
Seguramente la primera ruta que siguieron las semillas, partía de Egipto hacia Grecia desafiando los peligros marítimos que al parecer asolaban el Mediterráneo en la época de los trirremes, y de allí lentamente durante siglos al resto de la cálida Europa, o sea la del sur.
Debe ser una de esas historias que nadie conoce, saber cómo esta planta dio el salto sobre el Atlántico, para de pronto encontrarse en este valle constreñido por montañas que en nada se parece al valle del Nilo donde el horizonte sólo se ve interrumpido por las construcciones humanas.
En este valle esas plantas herederas de las que crecieron y se mecieron bañadas por la corriente lenta del Nilo, se dejan acariciar por otro sol, pero tal vez soñarán con el sonido adormecedor de las aguas que se desplazan perezosamente o a los tropezones en otro lugar del planeta, en otro tiempo de la historia.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...