Los lugares intermedios donde residen seres humanos
y donde no prevalece ni la luz ni la sombra podrían adjudicarse más bien a los gatos,
esos habitantes de las ciudades que parecen conocer todos los secretos de la
gente y de las calles; sobre todo de aquellos sitios que se abren a la noche y donde
los misterios parecen más fáciles de aprehender.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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