Cualquier ciudad en este siglo tiene la obligación
de combinar sabiamente el concreto y el asfalto con la naturaleza.
Una de las ventajas de vivir en la zona
tropical de este planeta es que no se tienen que hacer grandes esfuerzos para
que árboles y plantas crezcan en cualquier parte.
Aunque no se puede negar que en nuestro país
hay zonas que se acercan peligrosamente a la categoría de desiertos, esta ciudad
es de las que se puede dar el lujo de no tener límites en cuanto a las áreas urbanas
donde pueden crecer casi cualquier tipo de plantas.
Infortunadamente hay
lugares donde las zonas cubiertas por el cemento se amplían de manera continua, especialmente
en los barrios donde los jardines van desapareciendo sin que la gente se
percate de la falta que hacen, hoy más que nunca, los paisajes urbanos donde
predomine el color verde.
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