Simplicidad (Medellín, Colombia)

Una mínima silueta rompe con el regular perfil de los listones que cubren esta fachada. Un hecho que se repite constantemente en los distintos espacios citadinos.
Es como si en las ciudades los pájaros y aves de todo tipo tuvieran el propósito de enriquecer con su presencia las arquitecturas antiguas o modernas que las conforman.
Siempre están ellas quebrando las formas rectas que invaden el diseño actual o continuando las sinuosidades de la línea que el diseño antiguo utilizaba.
De todas maneras la fauna siempre añade ese toque de vitalidad a tantos ángulos y superficies que de otra manera se verían como áreas desprovistas de vida e interés.
Una simple tórtola cambia el aspecto de todo un edificio.

La seducción del plástico (Medellín, Colombia)

Apilados al azar un montón de símbolos de la cultura pop infantil cuelgan en un desorden escandaloso llamando la atención, interesada o no, de quienes pasan por allí.
En una ciudad que históricamente se ha dedicado al comercio, a nadie le extraña encontrarse con este tipo de ventas callejeras donde la profusión de colores hace las veces de estrategia publicitaria. Con sus matices artificiales estos objetos compiten en este parque con la naturaleza que, aunque no lo parezca, contribuye con su aparente aspecto monocromático a resaltar el variopinto colorido del plástico.

El color de la ciudad (Medellín, Colombia)

Apareció de nuevo el sol bañando la ciudad y los colores que, durante la temporada de lluvias habían permanecido en una como hibernación, se revitalizan y devuelven la luz transformada en el colorido al que estamos acostumbrados los habitantes de la Bella Villa, desde sus comienzos hace más de trescientos años.
Al parecer siempre ha sido la vocación de esta ciudad entregarse apasionadamente a todas las gamas de la naturaleza que para fortuna nuestra se presenta profusamente en calles, balcones, parques y en cuanto lugar se pueda sembrar una planta.
Hasta se olvida el calor sofocante que arropa la ciudad cuando “Jaramillo” brilla en el cielo sin obstáculos y a través de una atmósfera tan transparente que le hace a uno figurarse cómo pudo ser en esas épocas donde bosques y marjales cubrían gran parte de lo que es ahora la gran urbe.

Un cielo de verano (Medellín, Colombia)

A veces sólo basta mirar hacia arriba para ver un árbol, de esos que han escapado al hacha criminal que por temporadas se desplaza por la ciudad, intentando combinar sus miles de verdes con los azules del cielo.
Aunque el cielo visto así, a través de un vidrio, le hace pensar a uno que podría no ser más que un color pintado para engañar pequeñas plantas, para convencerlas de que afuera el tiempo es el ideal para su desarrollo.
Pero el calor que hacía esta tarde en la ciudad no tenía nada de ficticio, era uno de esos calores de trópico con tendencia a convertirse en agobiante, como esos que describen los exploradores de selvas o bosques donde los retazos de azul o de gris son tan escasos, que quienes se mueven a ras del piso tienen que recurrir a la imaginación o a los sueños para no olvidarse del cielo.
Afortunadamente los que vivimos en esta ciudad sólo tenemos que levantar la cabeza para ver árboles combinando sus colores con el azul, que siempre da la impresión de ser infinito.

Bronce y acero (Medellín, Colombia)

Acariciada por el sol de la tarde una escultura se proyecta hacia el cielo del Centro de la ciudad, mientras los metales parecen perder consistencia gracias a las formas que les dio el escultor, al imitar con sus manos el momento de la creación.
Dependiendo del ángulo desde donde se la mire, esta escultura puede convertirse en una mezcla de volúmenes diferentes donde apenas se adivinan siluetas reconocibles, como debió ser la materia cuando empezaba a volverse sólida.
Las palmeras y los árboles se estiran y retuercen para impedir que la mezcla de bronce y acero se escape, se eleve y desaparezca en el cielo. Hasta ahora lo han conseguido, y con cada día que pasa la escultura se ve atrapada más y más por la vegetación que crece a su lado.

La solidez de la luz (Medellín, Colombia)

La luz que entra por una ventana abierta al exterior parece solidificarse, convertida en la fluidez de la tela que aunque flexible y suave, nunca llegará a igualar la espectacularidad con que la luz deja su impronta donde quiera que aparece.
En un lugar excavado en la tierra no deja de sorprender la aparición de estos cortinajes que capturan la luz, convirtiéndola en ese intenso color amarillo tan querido por los emperadores chinos, quizá porque les recordaba el oro o tal vez porque pensaban que de todos los colores era el más luminoso.
Pero no sólo despiertan interés el color y los largos telones que descienden desde la altura, están también los tragaluces por donde se deja ver un cielo tan pálido que uno apenas lo percibe. Aunque su diseño es novedoso, casi toda la atención de la mirada se la roban los lienzos y su color donde la luz adquiere mayor intensidad.

Entre el amor y la magia (Medellín, Colombia)

Esta imagen lo empuja a uno a sospechar que ha interrumpido un ballet interpretado por flores, que parecen mariposas, haciendo el papel de cisnes.
Sólo falta la música de Tchaikovski para asegurar que se está en presencia de una peculiar representación, dedicada a los seres que pueblan los bosques en los cuentos de hadas.
En cualquier momento las flores empezarán a moverse de nuevo, imitando a los cisnes encantados por el malvado mago Rothbart que esta vez aparece en medio de las aves, disfrazado de escarabajo, para impedir que la hermosa Oddette reciba el juramento amoroso de Sigfrido, el príncipe, y ella pueda recuperar su forma humana.
Una vez más se confunde uno sin saber quién imita a quién, si el arte a la naturaleza o ésta al arte.
Aunque dilucidar esta incógnita no tiene relevancia si es posible contemplar un resultado como éste.

Donde viven los sabios (Medellín, Colombia)

Pocas veces uno se encuentra lugares como éste donde sólo con subir unos cuantos peldaños, excavados en un barranco, se penetra en una atmósfera que mueve a la reflexión.
En el Ramayana, una de esas epopeyas indias donde los bosques son frecuentados por todo tipo de criaturas, diabólicas y benéficas, se dice que el bosque es el lugar donde habitan los sabios.
Y es que desde la antigüedad y en muchas civilizaciones se ha identificado el equilibrio que se percibe entre todos los seres que pueblan la espesura, con esa actitud mental donde las pasiones y las emociones humanas se nivelan de tal manera que es posible emprender el camino de la sabiduría.

Una foto para el duende (Medellín, Colombia)

Aunque las criaturas que suelen frecuentar los bosques son reacias a dejarse ver por ojos humanos, según cuentas las leyendas, en este parque cercano a la ciudad no es extraño encontrarse con un duende deambulando tan tranquilo como si nadie lo observara. Es más, son capaces hasta de atravesársele a los visitantes y juguetear con ellos, a su manera claro está.
Este duendecillo que usa sombrilla o paraguas según el caso y que se dedica a retozar con la gente que pasa por allí, parece no darse cuenta del interés que despierta en los inveterados tomadores de fotos.
Tal vez en ese momento se haya detenido a escuchar el bosque y a interpretar los sonidos que le trae el aire transparente, permitiendo por un instante, el que dura apretar el obturador de la cámara, capturar su imagen perturbadora.

Bajo tierra (Medellín, Colombia)

Bajo tierra, en un auditorio de concreto, cuatro muchachos se entregan a la fascinación de la música de cámara y hasta salen de sus instrumentos las notas de un bambuco alegre y cantarín.
Desde este auditorio sui géneris, enterrado en una pequeña colina, se escapa la música hacia el bosque que la rodea. Aunque en realidad no llega muy lejos, el ritmo propio que tienen las espesuras se traga las notas.
Pero aquí en este lugar, de diseño impecable, uno siente que puede alcanzar ese estado de la mente tan necesario para permitirle a la música que toque nuestro espíritu.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...