Hay en las ciudades lugares públicos que pasan desapercibidos al observador, tal vez porque no encuentra en ellos una gran escultura o acaso una fuente que refresque la mirada.
Sin embargo, allí suceden constantemente encuentros que parecen de gran importancia para sus protagonistas, aquellos que estiman en lo que vale un sitio donde los árboles, las plantas y las construcciones humanas se combinan para formar el escenario más propicio.
No sabe uno a que juegos o tramas de la vida se entregan estas criaturas pequeñas y nerviosas, pero siguen sucediendo, independientemente de que nos demos cuenta o no.
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