Parece
un día de fiesta. Pero no es así, es un día cualquiera en el Parque Berrío,
donde se ubica el corazón de la ciudad según los cronistas que se han ocupado y
se ocupan de hablar de esta Bella Villa.
Hoy, como
cada día, se reúnen en esta pequeña plaza, a la que de manera hiperbólica
llamamos parque, gente de todas las condiciones, procedencias y actividades para conformar
una muestra representativa de las idiosincrasias que
le dan a este país su particular manera de ser.
Y en medio de este revoltijo
de gente y de coloridas sombrillas la imperturbable estatua que no puede faltar
en ningún “parque” colombiano; en este caso la del personaje que le da nombre:
Pedro Justo Berrío, uno de los hombres más importantes para Antioquia, promotor
de muchas obras que le dieron impulso a esta región en el siglo XIX, incluyendo
la educación, tan de capa caída en estos tiempos de malas administraciones.
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