Entre
todas las esculturas de Fernando Botero que han recorrido el mundo y que son visitadas
con asiduidad en el Museo de Antioquia, y en sus alrededores, se encuentra este poco
publicitado bodegón de 1997.
El interés que me
despierta quizá esté relacionado con la blancura que intenta, sin lograrlo, desconstruir los
volúmenes que conforman esta pequeña escultura.
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