El paso del tranvía todavía es una novedad para
los habitantes de esta ciudad, aunque ya estén acostumbrados desde hace algunas décadas a
vivir en la única ciudad de este país que tiene Metro.
Edificios nuevos y antiguos ven pasar suavemente este vehículo
que en nada se parece a los viejos tranvías que transportaron a varias
generaciones de medellinenses.
En su recorrido aún se encuentra con la
mirada de asombro de los transeúntes que recuerdan la vieja calle atestada de
personas, de carros y de buses. Ahora la calle que remonta
la pendiente en dirección a Buenos Aires, es un espacio amplio que se puede recorrer
sin prisas y sin sobresaltos, donde el sonido leve de la campana del tranvía despierta reminiscencias en el inconsciente colectivo.
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