Empiezan a verse con frecuencia en esta ciudad
los paseadores de perros que ejercen sus habilidades para limar asperezas y satisfacer
el ansia de la calle que aqueja a la mayoría de los perros. A falta de tiempo sus
dueños han optado por permitir que sus mascotas recuperen el instinto gregario
y salgan en pequeñas manadas, no ya para cazar animales sino para cazar
novedades.
Cualquier disculpa
es buena cuando se trata de romper la rutina. Diariamente recorren las mismas calles
en la misma compañía. Ya se conocen y no causan mayores problemas a quien los
conduce. Pero no deja de ser bienvenida cualquier alteración. Un momento de descanso
para el cuerpo aunque la curiosidad no cesa.
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