La ciudad se arma y se desarma incesantemente a su alrededor y sin embargo ellos permanecen inmóviles, a la expectativa, con la mirada fija en el horizonte, sin saberse qué aguardan. Acaso ellos, como nosotros, también están esperando a los bárbaros. Tal vez sea la única solución: tener esperanza aunque llegue la noche y alguien traiga la noticia de que los bárbaros no vendrán, que ya no hay bárbaros, como en el poema de Cavafis.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
En ésta, está mejor el pie de foto, que la misma foto.
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