Tomar
café en Colombia no tiene nada de exótico; tal vez al visitante le llame la
atención la manera como se sirve en la mayoría de locales públicos.
Es
raro que esta bebida tan importante para la economía del país y de la ciudad y
que además ha marcado la idiosincrasia de esta región se sirva en pequeños e
insulsos recipientes desechables y no en pocillos de loza o porcelana.
Pero
lo que falta en calidad se compensa en algunos casos con la creatividad. Cada cierto
tiempo aparece un nuevo diseño donde se priorizan los colores o la forma.
Y así
a medida que mejora el café que se consume en la ciudad (aunque
lentamente), los lugares donde se vende “tinto” tratan de competir también con
los recipientes donde los sirven.
Pero
siempre queda la nostalgia por los tradicionales pocillos de loza donde el café
parece saber mejor.
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