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Entre lo antiguo y lo moderno (Medellín, Colombia)

Una antigua iglesia languidece perdida entre talleres de mecánica, bodegas y carpinterías. El estilo de referencias góticas de su arquitectura, que se acomodó a los materiales disponibles para la época en estas tierras, se deteriora dignamente sin que todavía se haya presentado la iniciativa de restaurar el edificio, como parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad y de su memoria histórica por supuesto.
Otro lugar de la ciudad que se muere lentamente a causa de la contaminación pero principalmente de la soledad.
Al fondo el edificio inteligente se levanta como un sólido recordatorio de la implacabilidad del tiempo. Una referencia a los nuevos modos de construir y a las nuevas preocupaciones que desvelan a los medellinenses. Aunque parece que la vieja edificación llevara sobre su lomo al moderno edificio.
Es como si todavía el nuevo aspecto de la ciudad precisara del viejo para apoyarse en él, aunque sea nada más por la necesidad de establecer una comparación entre lo antiguo y lo moderno.

La irrealidad de las perspectivas (Medellín, Colombia)

A la realidad, por la que uno se mueve diariamente y a la que considera inamovible o al menos ordenada por reglas inmutables donde los cambios obedecen a las leyes precisas de la física, sólo le basta un ligero toque para entrar en lo que podría llamarse la dimensión de las abstracciones. Apenas se la descontextualiza pierde toda su lógica y empieza a transformarse en cualquier otra cosa, como esta serie de balcones de un edificio en el centro que parece, vista desde esta perspectiva, una de esas esculturas modulares que se presentan en las bienales de arte de cualquier país.
No importa que sólo existan para esos eventos en particular y nadie más vuelva a saber de ellas, en esta ciudad es posible ver un edificio que desde hace varias décadas se convierte por momentos en una de esas esculturas.

Piedra y cielo (Medellín, Colombia)

En Colombia la unión de estos dos términos todavía evoca, no se si con nostalgia, la polémica generada por los piedracielistas, esos poetas que al final de los treinta dieron tanto de que hablar en torno a la poesía colombiana.
Ahora para un par de transeúntes de esta ciudad esas dos palabras unidas los lleva a pensar no en poesía, pero si con nostalgia, en esa ciudad que por allá en la década del cincuenta empezaba a agitar sus alas de ciudad moderna, construyendo sus edificios al mejor estilo contemporáneo. Edificios cuyas fachadas estaban recubiertas con una combinación de materiales que resaltaba la belleza de la piedra y el reflejo del cielo único de esta ciudad, en los paneles de vidrio de las ventanas.
Otra fachada del centro que ha acompañado desde lo alto el andar presuroso de los medellinitas o el caminar despreocupado de los soñadores de cualquier lugar. Es uno de los cuantos que hasta ahora se han salvado del prurito regenerador y que ojalá se preserve durante mucho tiempo más.
La poesía no sólo se escribe o se lee, también se vive si se observa con una mirada creativa los entornos por los que transcurre nuestra vida.

Perspectiva oculta (Medellín, Colombia)

Basta con dirigir la mirada hacia el cielo para que se nos revele el paisaje desconocido que forman los edificios en el centro de una ciudad. Lo difícil es convencer a la voluntad para que se aleje del horizonte limitado al que hemos acostumbrado los ojos. Pocas veces nuestra atención se desvía de los rostros anónimos e impersonales con los que nos cruzamos cada día. Casi nunca dejamos de mirar los mismos lugares aunque hayan perdido todo su encanto a manos de la repetición.
Los rituales de nuestras vidas son tan fuertes que uno se siente incapaz de mirar de otra forma la ciudad que habita. Como si el temor a perder las referencias que rigen cada rutina individual lo impulsara a uno a continuar con los ojos soldados a las mismas fachadas, a las mismas puertas, a las mismas vitrinas, a los mismos cruces de calles donde es necesario detenerse y esperar a que los semáforos den la señal de paso.
Y estando allí inmovilizados, presas de la ansiedad, no se nos ocurre mirar hacia arriba, donde los edificios están conjugándose de manera tan armoniosa y casi siempre ignorada. Alguna vez deberíamos observar este otro aspecto de la ciudad, aunque sea para darle al cerebro un material distinto para elaborar los sueños.

La magia de la luz (Medellín, Colombia)

Sólo la magia puede explicar la manera como la luz de la tarde pinta con su reflejo el retrato de un edificio en los vidrios de otro para crear nuevas perspectivas, nuevas superficies que enriquecen de manera pasajera y siempre cambiante las imágenes estáticas que tenemos de ellos.
Para muchos los edificios son sólo unas construcciones que marcan la ruta por donde fluye suavemente o a los tropezones el camino de sus vidas. Para otros son los que limitan el horizonte al que no han podido acudir porque la ciudad les impide ver el lugar donde los aguarda y para esos otros: los soñadores, los artistas, los locos, las fachadas de los edificios son el lugar donde se escenifican todo tipo de fantasías públicas. Como esa tarde cuando la luz volvió a pintar con su paleta irrepetible un edificio en la cara de otro.
Sin embargo el grueso de la gente recorre las calles de la ciudad sin percibirlos, como el hombre que viviendo junto al arroyo, al cabo del tiempo deja de escuchar su canto.

Un barco fantasma (Medellín, Colombia)

Este bello edificio al que la indiferencia de los transeúntes ha echado en el olvido, hace pensar en el casco de un antiguo barco que hubiera quedado atascado en una playa, después de sus incontables travesías por los mares de toda la tierra. Un barco fantasma que a nadie asusta porque nadie percibe su presencia.

La imaginación de los espejos (Medellín, Colombia)



Muchos autores de ficción y de no ficción han defendido, o al menos han expuesto la tesis, de que detrás de las superficies que reflejan objetos hay otra realidad: en unos casos se limitan a duplicar lo que se encuentra frente a ellas, pero en otros van más allá y el reflejo adquiere formas y dimensiones distintas, como si obedeciera a unas leyes completamente diferentes a las de nuestro universo. Pero no sólo repiten o deforman, a veces le agregan elementos a la imagen que duplican, como es el caso de la nube que se refleja en los vidrios de este edificio. A juzgar por el azul impecable del cielo, su existencia a este lado de los espejos es muy improbable.

Volúmenes (Medellín, Colombia)


Dicen que las edificaciones son esculturas donde se habita. Este primer plano confirma la veracidad de esta afirmación. Al menos en su exterior este edificio recuerda algunas obras de arte moderno.

Desafío a la realidad (Medellín, Colombia)

El hombre que se desliza frente a las paredes del edificio, es aparentemente uno de los encargados del aseo. Aunque no se sabe si es eso lo que hace en realidad: es posible que las figuras que se adivinan detrás de lo que parece vidrio, sean el resultado de su pintura y que los dos objetos a su lado sean algo más que simples baldes, tal vez son dos aparatos que le permiten desafiar la gravedad… y la realidad.

Brillante y opaco (Medellín, Colombia)

En esta ciudad aparecen edificios nuevos constantemente. Lo hacen a un ritmo tal que parece que surgieran por generación espontánea o que los construyeran de la noche a la mañana. Mientras tanto las viejas edificaciones que aún permanecen en su sitio, esperan impasibles el momento de dar paso a las grúas y a los gritos de los albañiles.
El brillo de los vidrios nuevos y las paredes recién pintadas contrasta con las superficies opacas y desvaídas de los muros que llevan décadas a la intemperie.

Un edificio con armadura (Medellín, Colombia)

Las paredes cubiertas de placas metálicas le dan a este edificio, asentado en una base de vidrio y concreto, características de fortaleza. La ausencia de ventanas acentúa su hermetismo, tan sólido e inexpugnable, como pudo ser el de las murallas que protegían los castillos en la época de las cruzadas.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...