Mango que te quiero mango (Medellín, Colombia)

Antes, cuando esta ciudad no se había crecido tanto, en los solares de las casas había siempre un árbol de mango, y la gente esperaba pacientemente a que madurara. Después cuando lo tumbaba, o lo cogía o él se caía solo, seguía el ritual de pelarlo y comerse las tajadas de un amarillo requemado en el mismo solar o en el quicio de la puerta, persiguiendo con la lengua golosa los pequeños arroyos que se regaban por entre los dedos.
En esa época uno esperaba a que maduraran. Ahora se vive a tal velocidad que no hay tiempo de esperar, y en lugares tan reducidos que los solares desaparecieron hace años.
Ahora la gente compra los mangos ya pelados y cortados, empacados en bolsas plásticas y distribuidos por toda la ciudad en carros tirados por los vendedores o estacionados en sitios estratégicos.
Pero, aunque se haya perdido la emoción de la espera de ver madurar un mango, la intensidad de su color, su fragancia y su sabor (con o sin sal), no han desaparecido.

Iglesia con jardín (Medellín, Colombia)

Si se juzga por la exhuberancia de la vegetación que lucha por ocultarla, esta iglesia podría estar al borde del abandono. Sin embargo su santo patrón espera con paciencia la llegada de los fieles que aunque sean pocos, justificarán el cuidado que revelan algunas partes del jardín.

Lámpara de plasma (Medellín, Colombia)

Es posible que un mago de los tiempos de la ciencia pueda leer, en el patrón de colores que se agita en el interior de esta esfera, el pasado o el futuro de quien la toca. En cambio para el observador casual no dejará de ser un artilugio más, dedicado al juego o a la decoración.

Flores y flores (Medellín, Colombia)


En los barrios de esta ciudad, desde un balcón o desde un jardín, las flores pueden robarse la atención de los transeúntes. Una tarea difícil, pues la capacidad de observar la maravilla de la naturaleza, tiende a adormecerse a causa de la uniformidad que parece ser la característica principal de las ciudades modernas.

San Alejo (Medellín, Colombia)




Como cada primer sábado del mes, en estos comienzos de octubre se reunieron artesanos y visitantes en el parque Bolívar, para llevar a cabo el ritual de comprar y vender objetos que seducen por su belleza u originalidad.
Los techos de los toldos junto con las mercancías y los atuendos de la gente le pusieron color a una tarde gris.

Ojo a la naturaleza (Medellín, Colombia)

La vegetación se mira a si misma y nos invita a observarla a través del ojo formado por este tronco retorcido. Hasta las hojas de la orquídea parecen inclinarse para ver los árboles del otro lado.

You're poison (Medellín, Colombia)

Tu belleza atrae con fuerza pero los sentidos dicen que eres terrible, aunque en cautiverio pierdas la capacidad de matar a quien te toca.
¿Qué podrá ser más importante para la naturaleza?: Una vida inocua a la vista de todos los que pasan o la posibilidad de vivir en libertad en las selvas chocoanas, para convertirte después en un maravilloso ídolo de oro, como aseguran que ocurre cuando mueres.

El bronceado perfecto (Medellín, Colombia)

Indiferente al tráfago que la rodea y con la vista fija en el cielo, esta Venus se broncea indefinidamente. Busca con temor, signos que le anuncien el nuevo intento de las nubes enemigas por alejarla otra vez del contacto con el sol.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...