La fuente del patio... (Medellín, Colombia)


…que nos da frescura… dice el viejo bolero.
Para los japoneses, por el contrario, más que la frescura del agua, la gracia de una fuente está en su canto. El golpear del agua tiene un timbre y una sonoridad que tranquiliza, aunque por estas latitudes a mucha gente le perturba el espíritu, porque su oído está ya viciado por la cacofonía que produce la ciudad.

Volúmenes (Medellín, Colombia)


Dicen que las edificaciones son esculturas donde se habita. Este primer plano confirma la veracidad de esta afirmación. Al menos en su exterior este edificio recuerda algunas obras de arte moderno.

Un escenario para la indiferencia (Medellín, Colombia)


Las personas pasan frente a estas escalas en pos de su destino o con la ilusión de alejarse de él. Apenas perciben a quienes se sientan en las gradas día tras día con la expectativa de que también su sino cambie, o que las fuerzas herméticas que gobiernan las vidas de los demás no posen la vista en ellos, pasen de largo y les permitan seguir viviendo en la paz de los ensimismados.

La cosecha (Medellín, Colombia)


En uno de los miles de jardines en la ciudad un níspero florece y da sus frutos.
Los más beneficiados son los pájaros que permanecen invisibles, camuflados entre las hojas mientras dan cuenta de las pequeñas esferas amarillas. El único indicio de su presencia es el canto bullicioso con el que acompañan el festín agridulce.

La oficina del parque (Medellín, Colombia)


Negocios de todo tipo se realizan, a cualquier hora, en las grandes ciudades donde se deciden los destinos de millones de personas.
Este hombre cuya oficina se encuentra al lado de un prado en un parque, asesora asuntos de los que quizá nadie tenga noticia. Tal vez por eso no se preocupa por la falta de clientela. Tarde o temprano alguien llegará con la pregunta que él y sólo él tiene la autoridad para responder.

Un sábado en Junín (Medellín, Colombia)


¿Qué es lo que quiere la niña…?
Nadie parece saberlo. Su mano señala hacia un lugar fuera de la imagen. Tal vez sea algo invisible porque nadie mira hacia donde estira el brazo, ni siquiera la miran a ella.
Como sucede casi siempre su deseo se extraviará entre los otros deseos, expresados u ocultos, que se mueven alrededor de la gente.

La conquista del espacio (Medellín, Colombia)


Quién sabe qué luchas calladas e imperceptibles habrán tenido que librar estos árboles para impedirle a las tejas cubrir todo el terreno.
A pesar de que aparecen confinados a un área pequeña, es innegable que al menos esta batalla por un lugar donde crecer, la ha ganado la naturaleza.

El reflejo (Medellín, Colombia)


El reflejo de esta escultura cobra vida al vaivén de quienes se mueven detrás del vidrio. Es la gente con su ir y venir, la que hace creer que su movimiento es verdadero y no una mera ilusión.

Lo que queda del día (Medellín, Colombia)



La vista de un árbol sin hojas invita a que se aposente en nuestro espíritu una cierta melancolía. Sin embargo el derroche incontinente que hace el guayacán con sus flores amarillas, siempre le llena a uno el corazón de gozo. No importa que ya se le hayan caído y se vean sus ramas desnudas… el espectáculo de las flores continúa en el piso.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...