Esta torre y estas montañas han visto pasar la vida de la ciudad sin inmutarse, aunque las construcciones en las laderas hayan comenzado, desde hace mucho tiempo, a teñir de ocre las superficies que otrora fueran el dominio, indiscutido, de los verdes intensos de la vegetación.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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