Estas dos pequeñas aves, que al parecer ni siquiera se conocen, deben ser las responsables de los días soleados que en este final de septiembre han iluminado la ciudad. Ojalá no se vayan y sigan ejerciendo su influencia en octubre. Vale la pena soportar el calor si además podemos tener cielos de un azul tan intenso y profundo como éste.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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