Unos tomates poco conocidos en estos parajes y
traídos de México, cultivados en San Antonio de Prado (un corregimiento cercano
a la ciudad), crean esta composición de verdes que atrae al ojo del observador por
la intensidad de su color y la particularidad de su forma.
Se venden en esos mercados de la calle que se
encuentran a diario en la ciudad. Aunque los domingos en particular se les puede
hallar en uno de los Mercados Campesinos que aparecen en cualquier
parque, calle o plazuela, como el del Poblado donde unos cultivadores se reúnen
semanalmente para atraer a los consumidores con productos cuyo aspecto no está
reglamentado por las exigencias de las cadenas de supermercados o el gusto deformado
de sus clientes.
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