Los
acuarios tienen un efecto sedante para la mayoría de quienes contemplan una vida
que se desarrolla impasible y ajena a nuestra presencia y a nuestra mirada; no
importa que esa tranquilidad que vemos sea aparente y en sus confines se estén
desarrollando los mismos dramas que escenifica la existencia en cualquier parte
de este planeta.
Para el observador los
peces como éste, se mueven sin mayor esfuerzo, delicadamente, exhibiendo sus
colores brillantes para el único deleite de sus ojos, ignorando casi siempre, que
cada ser vivo tiene una función específica en la complicada trama de la vida en
la tierra.
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