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La dueña de la orquídea (Medellín, Colombia)

Cualquier día uno está mirando la orquídea que en el jardín de su casa han cuidado con tanto esmero y de pronto como si se materializara frente a nuestra mirada aparece una pequeña avispa visitando sus dominios.
Un lugar bastante conocido para ella si se va a juzgar por la seguridad con que recorre las hojas de la planta; como si llegara a un lugar de su propiedad.
No deja uno de hacerse la eterna pregunta, quién es en realidad el dueño de este planeta: los humanos o los insectos que por cantidades desmesuradas habitan cada lugar de la tierra.
Un hecho maravilloso, si los hay, es la manera como estas pequeñas criaturas se han apropiado, sin aspavientos, todos los rincones de este planeta que llamamos nuestro.

Por el camino verde (Medellín, Colombia)

En la literatura y en el cine, incluso en la fotografía los árboles se han identificado con el proceso de crecimiento por el que pasan todos los seres vivos. Pero también, si le creemos a la famosa canción podría decirse que un árbol es un camino que representa para muchos la ruta que nos lleva al lugar de los recuerdos, y tal vez por eso para muchos la imagen del musgo que cubre los troncos sea un motivo para sumergirse en la memoria.
Por la superficie de los árboles pasan, durante su existencia, infinidad de pequeñas criaturas para las que tal vez la capa vegetal que crece en sus troncos sea también un camino hacia el recuerdo o hacia el crecimiento.

Luz natural (Medellín, Colombia)

Colgando del cielo, como esas luces navideñas que adornan profusamente en los diciembres las calles de esta ciudad, uno puede encontrarse unas flores como estas en algunos jardines.
Parecen alumbrar el lugar con su forma y su color.
En estos días de equinoccio cuando los elementales de las plantas según algunas creencias están en su mayor actividad sería posible verlos, para quien tenga la mente abierta, desplazarse bajo estas hermosas flores que como lámparas deben iluminar los caminos secretos del bosque.

Morado claro (Medellín, Colombia)

Algunas flores de esas de las que nadie conoce el nombre y que aparecen en algunos jardines sin que nadie las siembre, o cuidadas por manos desconocidas tienen unas formas tan complicadas que parecen diseñadas específicamente para hacer su aparición en la decoración barroca de alguna iglesia latinoamericana de la época colonial o de un palacio europeo.
Es posible que la creatividad de los arquitectos y decoradores de aquellas épocas se haya basado en la observación de flores como ésta, cuyo suave color resalta lo complicado de su dibujo.
 

La impresionante belleza de lo diminuto (Medellín, Colombia)

El delicado color lila de esta florecita (resaltado por el amarillo del centro de su corola) se destaca con intensidad sobre el verde de las hojas. No es difícil apreciarla pues, este “arbolito” de apenas unos cuantos centímetros de altura contribuye profusamente a matizar su follaje con muchas flores.
Basta con mantener la atención puesta en todas las manifestaciones de la flora que abundan en esta ciudad para percibir la belleza que la naturaleza nos regala constantemente en este lugar rodeado de montañas, que tal vez por eso, puede darse el lujo de maravillarnos con tal abundancia, tanto en lo grande como en lo diminuto.
Ni siquiera es necesario conocer el nombre de esta planta o saber a cuál especie pertenece; con admirarla y protegerla es suficiente.

Máximos y mínimos (Medellín, Colombia)

Sobre la superficie de un pequeño tronco, encontrado en una matera, unos hongos diminutos realizan su insaciable labor de descomponer la materia de la que está hecho.
Así como en las extensas selvas americanas son los mínimos organismos los encargados de sustentar la exuberancia de los altísimos árboles y las plantas descomunales, así en el pequeño mundo de una matera en un jardín, estos mínimos devoradores se dedican a realizar el trabajo en el que se han especializado sus congéneres selváticos.
Sólo la planta, objeto de los mimos de la dueña de casa, presencia dicha labor a la expectativa de que el tronco pronto se convierta, gracias a la imparable labor de estos hongos, en su futuro alimento.

La seducción de las orquídeas (Medellín, Colombia)

Las orquídeas esas creaciones tropicales por excelencia, siempre atraen con los colores, con la manera como combinan sus tonos, pero sobre todo con ese toque exótico que la naturaleza le imprime a las formas que adoptan para seducirse entre ellas y a sus polinizadores, así como a nosotros sus más fervientes admiradores.
Aunque el reino vegetal siempre se supera a sí mismo en la manera que tiene para sorprender con las flores, las orquídeas están en primer plano en cuanto a belleza y extravagancia (en el mejor sentido del término).

Lila en los jardines (Medellín, Colombia)

En los jardines de la ciudad no sólo se encuentran las rosas, los hibiscus o las buganvilias de siempre, también es posible ver esas orquídeas sencillas que a veces pasan desapercibidas para los buscadores de flores exóticas.
Todos los colores se plasman constantemente en la variada flora de esta ciudad.

Púrpura espesura (Medellín, Colombia)

Será que a todas las ciudades les sucede lo que le pasa a esta urbe donde es posible encontrar los paisajes más inusuales, tanto que en ocasiones le hacen creer a la gente que está en otro sitio, o al menos le hacen evocar esos lugares de los que hablan las novelas o los cuentos o esos que se ven en las películas y que remiten a mundos diferentes o a países tan remotos que es difícil poder viajar hasta ellos.
Es el caso de estas plantas: al verlas uno piensa en esos bosques de árboles gigantes, de colores o de formas extrañas, por donde héroes de todas las épocas han trasegado en busca de tesoros o con la finalidad de rescatar algún cautivo.
En esta ciudad, donde las plantas y las flores han sentado sus reales disputando al cemento y al asfalto el dominio del territorio aparecen, en las avenidas o en los parques, plantas de colores tan extraños que parecen desafiar al ojo del observador e impulsarlo, sin que este se dé cuenta, a imaginar que cruza por un lugar inexplorado.

Una flor inquietante (Medellín, Colombia)

La apariencia de esta flor no sugiere delicadeza como casi siempre sucede con las flores que se ven en la ciudad o en cualquier otro lugar.
Es más, la primera impresión que uno tiene es que debe ser una de esas flores carnívoras de las que aparecen en la ciencia ficción.
Será tal vez porque cuando uno la mira no deja de encontrarle un parecido inquietante con Audrey Jr., la planta carnívora de La pequeña tienda de los horrores, esa película donde una planta obliga al protagonista a conseguirle comida constantemente (seres humanos) y que crece en forma tan desmesurada que termina por devorarlo también a él.
Hasta cree uno que en cualquier momento va a escuchar el susurro exigente de la planta: feed me, feed me…
Afortunadamente para nosotros esta flor no es gigantesca ni tampoco carnívora, apenas es otra de las manifestaciones vegetales de la naturaleza tropical que al parecer tiene tanta imaginación para combinar formas y colores como los mismos seres humanos.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...