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Morado claro (Medellín, Colombia)

Algunas flores de esas de las que nadie conoce el nombre y que aparecen en algunos jardines sin que nadie las siembre, o cuidadas por manos desconocidas tienen unas formas tan complicadas que parecen diseñadas específicamente para hacer su aparición en la decoración barroca de alguna iglesia latinoamericana de la época colonial o de un palacio europeo.
Es posible que la creatividad de los arquitectos y decoradores de aquellas épocas se haya basado en la observación de flores como ésta, cuyo suave color resalta lo complicado de su dibujo.
 

La seducción de las orquídeas (Medellín, Colombia)

Las orquídeas esas creaciones tropicales por excelencia, siempre atraen con los colores, con la manera como combinan sus tonos, pero sobre todo con ese toque exótico que la naturaleza le imprime a las formas que adoptan para seducirse entre ellas y a sus polinizadores, así como a nosotros sus más fervientes admiradores.
Aunque el reino vegetal siempre se supera a sí mismo en la manera que tiene para sorprender con las flores, las orquídeas están en primer plano en cuanto a belleza y extravagancia (en el mejor sentido del término).

El expreso de las flores (Medellín, Colombia)

Tal vez en cualquier otra ciudad diferente a esta, llame la atención ver un carro cubierto de macetas llenas de flores, expuestas al público para ser vendidas.
Pero en esta ciudad no es raro ver esta imagen dada la gran pasión que sienten sus habitantes por la naturaleza.
No en vano ha sido conocida durante tantos años como la ciudad de la Eterna Primavera, no sólo por el suave clima que durante todo el año acompaña el valle donde se asienta, sino también por la profusión de plantas que se entremezclan con las obras humanas de las formas más originales, como en este caso donde se expone en abundancia el colorido de las flores.

Como una pintura de un ministro chino (Medellín, Colombia)

Una fotografía que evoca una de esas pinturas que aparecen en los biombos chinos, copias a su vez de los ejercicios pictóricos a los que debían dedicarse los ministros del imperio para demostrar su capacidad de gobernar.
Es como si en cualquier lugar del mundo pudieran verse imágenes que han despertado la sensibilidad del ser humano frente al espectáculo que ofrece diariamente la naturaleza.
En medio de la ciudad un guayacán florece y contrasta la profusión de flores con el verde intenso de las hojas que todavía no han caído para dar paso al amarillo absoluto de la florecida.

La textura de la belleza (Medellín, Colombia)

Si uno quisiera definir la belleza que se puede percibir con los dedos sin acudir al tacto podría apoyarse en la textura de estas flores de guayacán donde la delicadeza de su forma contrasta con el fuerte color amarillo de los pétalos.
Miles de flores se agrupan en las ramas de este árbol para sorprender al observador dando la sensación de que es posible tocar los colores.
Muchas calles de la ciudad se ven invadidas cada cierto tiempo por este tono intenso que opaca los grises del asfalto y los ocres de los muros, alegrando la vista y dándole un aire festivo a los lugares donde florece el guayacán; un árbol que parecería haberse convertido en emblema de una ciudad donde la variedad de flores revientan sin previo aviso en cualquier lugar.

Una Boca de dragón para el jardín (Medellín, Colombia)

Hay flores que enamoran desde el primer momento que uno las ve. Eso pasa con esta Boca de dragón que además de combinar colores como el mejor de los coloristas del renacimiento y de la variedad de tonos que exhibe, tiene unas formas que evocan en su sencillez a las orquídeas y con su nombre transportan a quien las contempla al mundo de las fantasías.
En esta ciudad se dan cita flores de todas las latitudes para confirmar su vocación de Eterna primavera y el amor que sus habitantes sienten por la belleza efímera de las plantas, alegrando así una realidad no siempre placentera pero que se ve enriquecida por tanta variedad de plantas en jardines y balcones.

Un paisaje japonés en la ciudad (Medellín, Colombia)

En la pasada versión de la Exposición Orquídeas, pájaros y flores del Jardín Botánico en la ciudad, era posible encontrarse con esta imagen que le hace pensar al observador en uno de esos paisajes invernales que se dan en el Japón.
Elaborado con diferentes materiales y con las hortensias como elemento principal, recuerda la película Los sueños de Akira Kurosawa.

La isla de las sillas (Medellín, Colombia)

Independientemente del grado de estética que pueda tener esta presentación de flores en una exposición, es de tener en cuenta la fantasía que despiertan las flores en las personas que trabajan con ellas.
Lo importante en este caso era resaltar la belleza de las flores y sus colores. Y el decorador recurrió al expediente de poner a su alrededor más color matizado con algunas corrientes de agua.
De todas maneras logró su cometido, la gente se detenía frente a este cuadro para admirar, como siempre, las flores. Y tal vez las sillas.

Una belleza diminuta (Medellín, Colombia)

Con un nombre tan sonoro como Solanum nigrum, esta planta diminuta evoca los nombres utilizados por los antiguos médicos romanos para bautizar las plantas con las que curaban a sus pacientes.
Pero en Colombia se la conoce como Yerba mora, esa pequeña planta que crece por ahí en los barrancos floreciendo permanentemente mientras la dejen medrar.
Dicen los que saben que esta planta tiene muchas propiedades curativas aunque sus frutos pueden llegar a ser altamente tóxicos.
Son tan pequeñitas sus flores blancas que apenas se ven por el efecto que produce el conjunto contra el verde intenso de las hojas.

Lluvia de flores (Medellín, Colombia)

Cualquiera que haya pasado por las calles de esta ciudad estará de acuerdo en que no sería extraño ver caer en ellas una lluvia de flores. Son tantas las variedades y aparecen en tal cantidad que sólo falta que caigan del cielo.
Pero esta fotografía no fue tomada en una lluvia: son guirnaldas con las que se adornó un sector del Jardín botánico en uno de esos eventos donde la naturaleza es la protagonista.
Cuando se juntan en un solo lugar tantas especies de plantas florales parece como si los ojos se fueran a enfermar de sobre estimulación.
Los colores y las formas se conjugan para asombrar a los visitantes y unas guirnaldas de flores llegan a parecer gotas de lluvia.

Un estallido de amarillo (Medellín, Colombia)

El amarillo es un color que está íntimamente relacionado con los paisajes de esta ciudad. En cualquier lugar, y en determinadas épocas, revientan las flores del guayacán y embellecen hasta esos lugares que durante casi todo el año pasan desapercibidos por su carencia de atractivo.
Pero cuando florecen los guayacanes, hasta en los días grises donde la luz no resalta los colores de las cosas, las flores de este árbol forman como un estallido que absorbe toda la luz y la devuelve de manera casi enceguecedora.
Mientras tanto las flores que caen reflejan en el piso el árbol que acaban de abandonar.

Una visita inesperada (Medellín, Colombia)

Justo en el momento de su mayor esplendor, las flores empiezan a recibir visitas: todos esos insectos que recorren parques y jardines de la ciudad en busca del delicioso néctar que las flores entregan a cambio de la polinización.
Pero siempre hay algunos retrasados, como esta avispa que llego en las horas de la tarde a buscar entre los pétalos algo de lo que pudieron haber dejado los otros animalitos.
Ya las orquídeas se preparaban para dormirse cuando llegó la avispa con su zumbido insistente recorriendo una por una todas las flores hasta quedar saciada.
Despertándolas a todas de ese letargo que en las tardes soleadas parece acunar a todos los seres vivos.

Una florecita en la espesura (Medellín, Colombia)

El “besito” es una de esas pequeñas flores que aparecen por ahí en cualquier barranco al lado de las carreteras, sin que hayan acabado de llegar las primeras lluvias.
Aprovechando la humedad pueden surgir también en medio de la espesura, como en este micro bosque que crece en medio de la ciudad, indiferente a los grandes esfuerzos que hace la gente por hacerlo desaparecer.
Una florecita solferina resalta entre tanto verde y capta la atención de los visitantes que buscan en esta ciudad esos detalles que así sean mínimos, la convierten en un lugar especial.

La belleza de lo simple (Medellín, Colombia)

La belleza simple de estas flores amarillas, así como la profusión con la que aparecen en los campos, le hace olvidar a uno todas las propiedades terapéuticas y hasta culinarias que desde siempre se le han asignado al diente de león, una planta de diseño sencillo que siempre causa impacto, tal vez por el fuerte contraste entre el color de sus flores y el verde intenso de las hojas que les sirven de fondo.

La carta (Medellín, Colombia)

Acaso existe un lugar mejor para leer una carta.
Las palabras, susurradas apenas, se dejan acompañar por el murmullo de las hojas al vibrar unas con otras sobre la cabeza de la lectora.
En este momento no existe otro mundo que el descrito por esa hoja de papel que, contrariamente a las costumbres de la época, no utiliza el espacio virtual para desplazarse.
Quizá una flor anaranjada cae con estrépito cerca de ella y apenas logra que levante la mirada.
¿De donde podrá venir esa carta y de qué medios se habrá valido para llegar hasta las manos de esta muchacha, que absorta se sumerge en algún pueblo, o ciudad o incluso algún país lejano, tan exótico para nosotros como podría ser esta imagen para algún habitante de las antípodas? Sólo ella lo sabe, y es mejor que nunca lo averigüemos, así nos podemos entregar a cualquier tipo de elucubraciones, todas posibles.

Tonos de feria (Medellín, Colombia)

Por estos días, cuando la gente se prepara para intervenir en la feria de las flores, los tonos de la naturaleza se perciben más intensos, como si la mirada de muchos de los habitantes de esta ciudad adquiriera una sensibilidad especial para descubrir nuevas formas y tonalidades en las flores que nos rodean durante todo el año.
A veces son las especies nativas que se han visto en la ciudad desde que la gente tiene memoria y a veces son esas flores de color y forma exótica que apenas hace algunos años empezaron a dejar los bosques y las selvas del país, para invadir los jardines citadinos.
De cualquier manera, esta pasión por las flores hace de esta ciudad un lugar digno de verse y de visitarse, por supuesto.

El color de la ciudad (Medellín, Colombia)

Apareció de nuevo el sol bañando la ciudad y los colores que, durante la temporada de lluvias habían permanecido en una como hibernación, se revitalizan y devuelven la luz transformada en el colorido al que estamos acostumbrados los habitantes de la Bella Villa, desde sus comienzos hace más de trescientos años.
Al parecer siempre ha sido la vocación de esta ciudad entregarse apasionadamente a todas las gamas de la naturaleza que para fortuna nuestra se presenta profusamente en calles, balcones, parques y en cuanto lugar se pueda sembrar una planta.
Hasta se olvida el calor sofocante que arropa la ciudad cuando “Jaramillo” brilla en el cielo sin obstáculos y a través de una atmósfera tan transparente que le hace a uno figurarse cómo pudo ser en esas épocas donde bosques y marjales cubrían gran parte de lo que es ahora la gran urbe.

Entre el amor y la magia (Medellín, Colombia)

Esta imagen lo empuja a uno a sospechar que ha interrumpido un ballet interpretado por flores, que parecen mariposas, haciendo el papel de cisnes.
Sólo falta la música de Tchaikovski para asegurar que se está en presencia de una peculiar representación, dedicada a los seres que pueblan los bosques en los cuentos de hadas.
En cualquier momento las flores empezarán a moverse de nuevo, imitando a los cisnes encantados por el malvado mago Rothbart que esta vez aparece en medio de las aves, disfrazado de escarabajo, para impedir que la hermosa Oddette reciba el juramento amoroso de Sigfrido, el príncipe, y ella pueda recuperar su forma humana.
Una vez más se confunde uno sin saber quién imita a quién, si el arte a la naturaleza o ésta al arte.
Aunque dilucidar esta incógnita no tiene relevancia si es posible contemplar un resultado como éste.

Una silleta emblemática (Medellín, Colombia)

Quizá una de las imágenes más fotografiadas, por aquellos que visitan el Parque Arví, son estos jardines plataforma cuyo diseño se basó obviamente en las silletas que representan como ningún otro objeto la vocación floral de esta ciudad.
El desfile de silleteros, evento emblemático, inspiró a los arquitectos para darle una solución bastante audaz a las terrazas que cubren los restaurantes y locales que se encuentra uno mientras recorre este parque.
Una manera ingeniosa de intervenir el paisaje, respetando la conformación natural del terreno, además de realzar la belleza del lugar con una gran variedad de plantas nativas.

Una gardenia para ti (Medellín, Colombia)

Hay cosas que evocan siempre recuerdos queridos, felices o tristes, como los atardeceres o como las flores cuyo perfume puede traer a la mente situaciones de la propia historia que uno creía perdidas para siempre en el curso de la vida diaria.
Las gardenias son de esas flores de gran belleza que además tienen el poder de convocar a la memoria desde otros ámbitos de los sentidos. Se le viene a uno a la mente la famosa canción que le canta a un amor total y que atravesaba el aire en las tardes templadas y lánguidas de los viejos barrios de la ciudad, haciendo soñar a los románticos con una pasión devastadora.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...