Mostrando entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas

Una reunión de hongos (Medellín, Colombia)

Tal vez pudimos contemplar un grupo de hongos antes de entrar a un lugar desconocido para realizar su reunión de hongos anual; debe realizarse, porqué no, cada año a principios de diciembre. La de este año se celebraría en un pequeñísimo bosque de la ciudad al lado de una quebrada.
Y como a la mayoría de las personas se nos olvida observar esos nichos verdes que salpican la ciudad no podemos ver los eventos que como éste vienen realizando desde tiempos inmemoriales.
No importa que cada vez haya más construcciones y más gente. Estos pequeños seres se las ingenian para permanecer en sus territorios, aprovechando la falta de capacidad de observación que tenemos los seres humanos para darnos cuenta de las expresiones pequeñas de la vida.

Transformers (Medellín, Colombia)

Unos hermosos hongos pasan desapercibidos mientras se dedican a transformar en un jardín cualquiera un tronco caído.
La vida en esta ciudad como en cada rincón del planeta no se detiene, así los transeúntes que pasan por su lado no se den cuenta de la maravilla que sucede junto a sus pies.

Una Boca de dragón para el jardín (Medellín, Colombia)

Hay flores que enamoran desde el primer momento que uno las ve. Eso pasa con esta Boca de dragón que además de combinar colores como el mejor de los coloristas del renacimiento y de la variedad de tonos que exhibe, tiene unas formas que evocan en su sencillez a las orquídeas y con su nombre transportan a quien las contempla al mundo de las fantasías.
En esta ciudad se dan cita flores de todas las latitudes para confirmar su vocación de Eterna primavera y el amor que sus habitantes sienten por la belleza efímera de las plantas, alegrando así una realidad no siempre placentera pero que se ve enriquecida por tanta variedad de plantas en jardines y balcones.

El reventar del color (Medellín, Colombia)

En esta ciudad uno puede ser testigo, sin el acompañamiento de sonido alguno, de una explosión que le remueve los sentidos. Es como si pudiera  ver el nacimiento de una de esas galaxias que aparecen cada segundo en el universo y de las que sólo se percibe su brillo en cámara lenta.

Almácigas ambulantes (Medellín, Colombia)

En cualquier calle de la ciudad estaban estas almácigas transportadas sin mayores cuidados. No sabemos que plantas crecerán: tal vez sean matas ornamentales o medicinales o tal vez grandes árboles. Lo cierto es que en un mundo donde los árboles y la naturaleza siempre están en desventaja es satisfactorio adivinar un futuro para el planeta plasmado en la promesa que ofrecen estas pequeñas plantas.

Sin aspavientos (Medellín, Colombia)

Así como florece la violeta, calladamente y sin aspavientos, hemos ido posicionando este blog donde se han publicado las fotografías que reflejan la realidad de la ciudad que habitamos.
Desde la gran arquitectura, hasta las pequeñas escenas de la naturaleza que se abren paso por entre el paisaje urbano de la ciudad, hemos dado cuenta de nuestra particular visión de este lugar que es nuestro espacio.
Que la belleza de la violeta nos acompañe y nos apoye en la búsqueda de las imágenes que hacen de esta ciudad un lugar tan sui géneris en el planeta.

Bananos (Medellín, Colombia)

Lo que queda de este racimo de bananos, nos recuerda el sabor delicioso de esta fruta. No sé si tenga relación con la suavidad que promete el amarillo intenso de su corteza. Las manchas que se ven en ella, para quien los han probado, están relacionadas con el alto grado de dulzura que halagará el paladar de quien los coma.
Según el tamaño, parece que estos son criollos, como llamamos por aquí a los que no son cultivados en grandes plantaciones.

Reflejos (Medellín, Colombia)

No son fotografías gigantes, son el producto de la transparencia de unos telones inmensos que dan la impresión, a primera vista, de imágenes plasmadas en grandes superficies. Lo que se ve corresponde en realidad a los árboles que rodean este espacio del Jardín Botánico de la ciudad.

Una belleza diminuta (Medellín, Colombia)

Con un nombre tan sonoro como Solanum nigrum, esta planta diminuta evoca los nombres utilizados por los antiguos médicos romanos para bautizar las plantas con las que curaban a sus pacientes.
Pero en Colombia se la conoce como Yerba mora, esa pequeña planta que crece por ahí en los barrancos floreciendo permanentemente mientras la dejen medrar.
Dicen los que saben que esta planta tiene muchas propiedades curativas aunque sus frutos pueden llegar a ser altamente tóxicos.
Son tan pequeñitas sus flores blancas que apenas se ven por el efecto que produce el conjunto contra el verde intenso de las hojas.

A destiempo (Medellín, Colombia)

A veces uno mira por entre los edificios y ve como los volúmenes y los colores de la ciudad se superponen formando composiciones novedosas que casi nunca se ven cuando se mira el conjunto.
Sin embargo la belleza está ahí, en esa combinación de arquitectura y naturaleza que vuelve intemporal una ciudad. Como lo demuestran los relojes de la torre pues cada uno, a su aire, marca un tiempo distinto.

Las montañas inconquistables (Medellín, Colombia)

Estas montañas que se ven tan cercanas están verdaderamente lejos, se nota por la difusa imagen que la neblina o la contaminación les da.
Sin embargo la ciudad parece acercarse con decisión a ellas, pero pese al asedio constante que ejerce sobre las montañas que la rodean hay lugares que afortunadamente nunca podrá conquistar.
Son tan escarpadas sus superficies que estas montañas pueden estar tranquilas, los bosques que las cubren seguirán allí por muchos siglos.
La única fuerza capaz de cambiar su apariencia sería la de un terremoto.
Los habitantes de esta ciudad deberían estar agradecidos de la protección que dan estas montañas tan altas y tan inaccesibles; así la vegetación no corre peligro de ser asaltada por las urbanizaciones o las invasiones, que para el caso es lo mismo.

Musgo (Medellín, Colombia)

Aunque los científicos lo llamen bryophyta yo me quedo con la entrañable palabra que siempre conocí: musgo, esa palabra que siempre evoca en mi las largas caminadas hasta los bosques que rodeaban la ciudad, mucho más cercanos que ahora.
Salíamos a principios de diciembre en grupos hasta de veinte con ollas y todos los aperos necesarios para hacer el almuerzo a orillas de alguna quebrada de agua fría. El motivo: recoger el musgo que le íbamos a poner a los pesebres.
Era uno de los elementos más importantes de esa pequeña representación que armábamos cada año en las salas de las casas, tal vez porque nos transmitía una sensación de frescura cada vez que nos acercábamos a admirar el pesebre o a rezar la novena.
Ahora gracias a la fotografía puede apreciarse en detalle la belleza de esta planta diminuta que nunca desaparece de los jardines y que se aprovecha de unas cuantas lluvias para reverdecer.

Una cena en el jardín (Medellín, Colombia)

A plena tarde y después de uno de esos aguaceros que suelen caer en esta ciudad, una araña de jardín se dedica meticulosamente a preparar su cena. En su telaraña ya cayeron otros insectos, pero son tan pequeños que ella prefirió ignorarlos e ir directamente por el plato principal: algún escarabajo despistado.
Estas escenas, protagonizadas por los seres diminutos que habitan la ciudad con tanto derecho como las personas, deben repetirse cada día millones de veces en los jardines y parques de la ciudad sin que apenas nos enteremos.

Nenúfares (Medellín, Colombia)

Con sus raíces afincadas fuertemente en el fondo del lago flotan despreocupadamente los nenúfares. Nada les perturba, ni los insectos que los sobrevuelan, ni las ranas que se detienen en la superficie de sus hojas para calentar su sangre fría.
Y nada en su aspecto tranquilo y apaciguador, aunque sea esa su función, hace sospechar que esta flor haya tenido su origen en la muerte trágica de una ninfa.

Donde nacen las nubes (Medellín, Colombia)

De estos bosques que todavía cubren algunas laderas cercanas a la ciudad se desprenden, cuando la humedad es la adecuada, algunas nubes: que pueden llegar a convertirse en nubarrones deshechos por el viento o las famosas nimbus que crecen hasta convertirse en nubes de tormenta.
Estos verdes, combinados con el gris del cielo, recuerdan esas postales que los pocos viajeros que visitaron estas tierras en épocas lejanas, pintaban como prueba de haber estado en lugares tan inhóspitos.
Ahora esos lugares inhóspitos están a unos cuantos minutos de la ciudad y sin embargo siguen evocando la tranquilidad de la naturaleza.

Lluvia de flores (Medellín, Colombia)

Cualquiera que haya pasado por las calles de esta ciudad estará de acuerdo en que no sería extraño ver caer en ellas una lluvia de flores. Son tantas las variedades y aparecen en tal cantidad que sólo falta que caigan del cielo.
Pero esta fotografía no fue tomada en una lluvia: son guirnaldas con las que se adornó un sector del Jardín botánico en uno de esos eventos donde la naturaleza es la protagonista.
Cuando se juntan en un solo lugar tantas especies de plantas florales parece como si los ojos se fueran a enfermar de sobre estimulación.
Los colores y las formas se conjugan para asombrar a los visitantes y unas guirnaldas de flores llegan a parecer gotas de lluvia.

Los cantos del camino (Medellín, Colombia)

Las piedras de este camino, cuya forma ha sido afectada durante siglos por el agua, cantan suavemente cuando se las pisa, recordando con un susurro los lechos de ríos y torrentes donde el paso del agua las hacía entrechocar unas contra otras.
Ahora lejos del agua, como parte de una estrecha vía entre la maleza, estos cantos evocan misteriosamente con su sonido los arroyos, ríos y corrientes de donde fueron sacados.

Plataforma de despegue (Medellín, Colombia)

En uno de los tantos parques de la ciudad un pájaro espera la señal de salida. Hace rato se encuentra allí, nervioso como todos los pájaros, a la expectativa de que el encargado invisible de dar la señal considere que es el momento adecuado. O a que los insectos que ha estado observando fijamente bajen la guardia para lanzarse sobre ellos.
Claro que si esta ciudad quedara a la orilla del mar estaríamos en un acantilado y el pájaro temblaría de frío y de la excitación que le produciría arrojarse al vacío.
Pero como esta ciudad está confinada entre montañas, esta ave, con nerviosismo y todo, tiene para sobrevolar, desde esta plataforma, un pequeño lago de hierba, aunque de un verde tan intenso que, cuando el sol es muy fuerte, centellea como si fuese agua.

Que pase la luz (Medellín, Colombia)

El balazo o Monstera deliciosa Liebm como le dicen los científicos a esta hermosa trepadora, originaria de Centroamérica, es una de esas plantas que nos ha acompañado siempre a los que hemos vivido toda la vida en esta ciudad.
En cualquier parte encuentra uno esta planta, desde el patio de la casa de la abuela hasta las salas de las casas grandes, pasando por los jardines públicos y privados.
Pero aunque siempre ha estado presente en la ciudad casi nunca se tiene la oportunidad de ver la luz traspasando así una hoja nuevecita de balazo. Es como si además de los agujeros de la hoja, la luz se desbordara e impregnara toda su superficie.
Se imagina uno que en las selvas, de donde debe ser originaria, era una bendición para la naturaleza pequeña estar al cobijo de un balazo, así podían recibir luz a través de sus agujeros pero también a través de esa pantalla en que podía convertirse una hoja cuando recién nacía.

En las goteras de la ciudad (Medellín, Colombia)

En las montañas que rodean la ciudad es posible encontrar todavía lugares así, donde parece que se fabrica la neblina que a veces invade todo el valle o esa niebla que cubre las montañas dibujando un horizonte imaginario para quienes quieran inventarse un espacio abierto, detrás de toda ese blanco algodonoso.
Pero el viento o el calor disipan la niebla y otra vez vuelven a aparecer las montañas con su dosis de verde y ocre.
Muy cerca se pueden encontrar lugares como éste, donde el tiempo se ha detenido flotando quizá en las gotas de agua que desdibujan el paisaje.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...