Bajo la luz de esta ciudad una imagen que parece captada en uno de esos pueblos costeros del caribe puede convertirse, sin solución de continuidad, en una fotografía de recuerdo tomada en un pueblo perdido en las estribaciones de los Andes donde el frío sobrecoge hasta los ladrillos.
Afortunadamente esa luz desapacible de cielos plomizos y grises pocas veces dura algo más que algunas horas, las suficientes como para hacernos dudar y creer, a los que estamos acostumbrados a la infinita variedad de azules, que nos será negado ese espectáculo de ahora en adelante. Claro que nunca sucede, porque el sol vuelve a brillar y a resaltar los colores de todas las cosas además del azul del cielo.