Dos golondrinas sí hacen verano (Medellín, Colombia)

Estas dos pequeñas aves, que al parecer ni siquiera se conocen, deben ser las responsables de los días soleados que en este final de septiembre han iluminado la ciudad. Ojalá no se vayan y sigan ejerciendo su influencia en octubre. Vale la pena soportar el calor si además podemos tener cielos de un azul tan intenso y profundo como éste.

Bajo el cielo antioqueño (Medellín, Colombia)

Las ramas retorcidas de un árbol colonizado por las melenas evocan, en sus formas y en la composición que presentan contra el cielo azul, alguna imagen japonesa pintada en la seda de un kimono o en la ilustración de una novela del mundo flotante, que pudo ser plasmada hasta por el mismo Hokusai.

Colecciones (Medellín, Colombia)

Muchos recuerdos se quedaron asociados a estos carros de colección, a los que los libros les sirven de telón de fondo, para que la memoria, cuando quiera, los reviva con más intensidad.

Edificio inteligente (Medellín, Colombia)


De repente un edificio emerge de la vegetación y nos transporta a un mundo futurista, donde el concreto y el acero se mezclan sin oposiciones con la naturaleza, tanto que hasta las plantas han colonizado el interior.

Homenaje al pueblo antioqueño (Medellín, Colombia)


El cielo parece abrirse para recibir esta escultura que se aleja de la tierra con extraordinaria fuerza. La obra del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, transmite toda la energía de la raza, que desafortunadamente está pasando al terreno de la leyenda a pasos agigantados.

El "baño" azul (Medellín, Colombia)

En un primer momento uno se pregunta cómo serán los baños que ofrecen en esos cubículos, pero después recuerda que “baño”, es el eufemismo utilizado en Colombia para designar al sanitario. Al parecer es la misma duda que tiene el hombre del gran Cristo colgado al cuello. Para él puede ser más importante dilucidar esa inquietud, que preocuparse por las funciones anunciadas en la marquesina del viejo teatro Lido.

Parque Bolívar (Medellín, Colombia)


A la sombra de la estatua de Simón Bolivar descansa un hombre confiado en los deseos del prócer que, como reza la frase inscrita en el pedestal, declaró su amor a los colombianos y su anhelo por defenderlos.

Abrazos gratis (Medellín, Colombia)


En Medellín se puede ver gente regalando abrazos. Lo anuncian en carteles de colores, para convencer a los incrédulos de que es posible recibir algo gratis en esta ciudad de comerciantes. El escepticismo se refleja en la expresión de las dos niñas que se estarán preguntando qué uso se le puede dar a algo que no cuesta dinero.

Ilusión en amarillo y azul (Medellín, Colombia)

Frente a la ventana de un acuario se desplazan dos peces, indiferentes a las miradas ávidas de quienes visitan ese sitio. Su percepción limitada del mundo les permite sentirse como si estuvieran todavía en su lugar de origen.

Especie protegida (Medellín, Colombia)

En Medellín los guayabos crecen y dan fruto hasta en los separadores de las avenidas. Sin embargo este optó por la seguridad que le ofrecía entre sus raíces un árbol de otra especie.

Paisaje de adobe con montañas (Medellín, Colombia)

Las terrazas salpicadas de árboles forman el paisaje que sobrevuelan las cabinas del metrocable: un territorio de adobe y cemento que para muchos habitantes de la ciudad fue desconocido hasta hace algunos años.

El Paraíso perdido (Medellín, Colombia)

¿Porqué llora la flor del paraíso? Será que su belleza no basta para eximirla del dolor y sufre por la grandeza de esta tierra, desperdiciada en batallas inútiles.

Centro Comercial Palacio Nacional (Medellín, Colombia)

Cuesta creer que este edificio, construido por el belga Agustín Goovaerts para alojar oficinas administrativas de carácter nacional, haya sido el preferido de los suicidas en los años sesenta y setenta para arrojarse al vacío. Hoy, después de años de abandono, da albergue a un comercio lleno de vitalidad.

Ahí están... viendo pasar el tiempo (Medellín, Colombia)


Esta torre y estas montañas han visto pasar la vida de la ciudad sin inmutarse, aunque las construcciones en las laderas hayan comenzado, desde hace mucho tiempo, a teñir de ocre las superficies que otrora fueran el dominio, indiscutido, de los verdes intensos de la vegetación.

La Madremonte -detalle- (Medellín, Colombia)

Esta escultura de José Horacio Betancur ronda por entre la vegetación de Medellín desde 1953.

La Madremonte (Medellín, Colombia)

Semioculta entre los helechos la Madremonte sueña con la hojarasca desmenuzándose a su paso y con el olor de la tierra que se descompone. Permanece estática al sol en un jardín botánico como una rareza más entre las que allí se conservan. Espera la noche que le volverá a traer sonidos y visiones arcanas.

Mangostino, la reina de las frutas (Medellín, Colombia)

Fruto exótico que acompañó el esplendor de los reinos surgidos en las islas de la Sonda por allá en el siglo VIII, o las luchas entre portugueses y holandeses en los siglos XV ó XVI. Hoy puede verse en cualquier puesto ambulante de frutas en Medellín. Los de esta fotografía fueron traídos de Ibagué, “allí a la vuelta” si comparamos su tierra de origen: las legendarias islas de Indonesia.

Leer atrapa (Medellín, Colombia)


Déjese llevar por una palabra, permita que se encadene con otras y así sin darse cuenta lo envolverán sin darle paz, hasta que usted crea haber encontrado todo lo que los libros llevan en su interior. O sea, nunca.

Portal al pasado (Medellín, Colombia)

No se sorprenda si en Medellín se encuentra en cualquier calle con un camino como este que lo conduzca al pasado. Entre el vidrio, el hierro y el concreto todavía sobreviven en algunos lugares, los pisos de barro cocido y las casas de tapia con corredores delanteros.

Cualquier sombra es igual (Medellín, Colombia)

Cuando se pasa una tarde bajo el sol intenso de Medellín, que consuelo es encontrar una sombra y permanecer en ella aunque sea durante un rato, a pesar de la urgencia de seguir el camino.
No importa el tamaño ni su fuente: un edificio, un arbusto o un muro que se incline protector.

Flora urbana (Medellín, Colombia)

En un antejardín de barrio un tronco muerto da albergue a esta planta de nombre desconocido. ¿Qué bosque de pisos húmedos y aire fresco echará de menos esos tonos de rosado irrepetible?
Ajena a las clasificaciones y a los nombres que les damos a las plantas, la flor de color intenso se roba, por unos momentos, la atención que generalmente exigen las fachadas de adobe o de cemento pintado con colores sintéticos.

La más enrejada (Medellín, Colombia)

Dijiste: El hierro me protegerá. Los enemigos no entrarán, estaré segura frente a los ataques. Languideciendo, los bárbaros se quedarán afuera.
Se te olvidó que la maldad también anida en el propio corazón.

Lectura al rojo vivo (Medellín, Colombia)

Sólo uno se dejó seducir por el exterior, a los demás parece interesarles más lo que pasa en el interior del lugar o de sus vidas o de sus libros. Hasta el verde que matiza el rojo intenso de las lecturas parece llevar la mano hacia el interior de alguna pantalla invisible para el observador.

Medellín en blanco y negro