El azul del cielo que se transparenta por el
vidrio de este domo parece sabiamente matizado por un cristal mate, dándole
profundidad a una estructura que deja pasar la luz de uno de esos cielos de sábado
por la tarde tan característicos en esta ciudad.
Es como si por voluntad expresa de un diseñador gráfico,
la rejilla de triángulos azules hubiese sido salpicada con unos cuantos vidrios
que no dejaran pasar la luz, aunque en realidad se trata de lejanas nubes que
se prestaron para engañar al ojo con su forma, como lo hacen siempre las nubes
en los cielos que más les gustan, como el de este valle con sus perfiles de
montañas, invisibles en esta foto, pero siempre presentes en el imaginario de
los habitantes.
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