Tomates de San Antonio (Medellín, Colombia)

Unos tomates poco conocidos en estos parajes y traídos de México, cultivados en San Antonio de Prado (un corregimiento cercano a la ciudad), crean esta composición de verdes que atrae al ojo del observador por la intensidad de su color y la particularidad de su forma.
Se venden en esos mercados de la calle que se encuentran a diario en la ciudad. Aunque los domingos en particular se les puede hallar en uno de los Mercados Campesinos que aparecen en cualquier parque, calle o plazuela, como el del Poblado donde unos cultivadores se reúnen semanalmente para atraer a los consumidores con productos cuyo aspecto no está reglamentado por las exigencias de las cadenas de supermercados o el gusto deformado de sus clientes.

Los trucos de la luz (Medellín, Colombia)

Hasta en un pequeño estanque se puede ver como la luz juega con el ojo del observador. Esta superficie donde se hacen y deshacen reflejos, apenas si deja pasar la imagen de los peces que se reúnen “ansiosos” cerca de la orilla, acostumbrados tal vez a que la gente que se detiene a mirarlos les eche algún alimento.
Son figuras con un aire fantasmal.
Es como si el agua en su movimiento creara estas criaturas que a causa de cualquier agitación en el ambiente pudieran desaparecer.
Pero al fin y al cabo son peces que en el estanque deben fascinarse también con el movimiento del agua y con los juegos de luces que se pueden ver desde su perspectiva.

El verdadero color del sabor (Medellín, Colombia)

En la mayoría de los casos los colores de los vegetales comestibles abren el apetito de la gente mucho antes que su olor o su sabor. Sobre todo cuando el transeúnte se encuentra con lugares donde los mismos agricultores se encargan de vender sus propios productos.
Una ciudad conocida por su vocación industrial y comercial recuerda los orígenes campesinos de sus habitantes en estos sitios donde se puede comprar una gran variedad de géneros sin intermediarios. Aquellos parecen más naturales que los disponibles en los ambientes estériles de los supermercados y su sola vista sugiere que su sabor es más verdadero.

Las alas rotas (Medellín, Colombia)

Una escultura a la que sus autores le dieron el título de Búsqueda, parece atravesar los cielos de la ciudad.
Quien vea esta bandada de pájaros de hierro y vidrio puede suponer cualquier motivo para su incansable vuelo.
Entre las infinitas posibilidades que a uno se le ocurren, una de ellas podría ser que vuelan a la caza de la verdadera ciudad que palpita detrás de toda la verbosidad publicitaria de los medios de comunicación.
Se quiere hacer creer a quienes visitan esta Bella Villa y a quienes la habitan que con palabras se puede esconder la realidad dura que llevan en su seno todas las ciudades colombianas.
Por ahora ha sido infructuosa la pesquisa, algunas de las aves hasta se han roto las alas en su recorrido incesante, otras han desaparecido, pero ellas como los que vivimos en este valle sabemos que la verdadera realidad no se puede construir con discursos y que a pesar de las mentiras institucionales surge en los lugares más inesperados.

Cielos de colores (Medellín, Colombia)

Por estos días ya empezaron a verse en la ciudad las decoraciones tempranas que nos acompañarán el próximo mes y hasta parte del siguiente.
Son los alumbrados navideños que en las casas y sobre todo en los centros comerciales comenzaron a preparar el espíritu para las festividades que se nos vienen encima.
Tal vez no todos participen de las celebraciones en torno a la luz. Pero lo que sí parece común a la mayoría de la gente es la expectativa que genera diciembre en el ánimo de los habitantes de esta ciudad; como le sucede a tantos otros en muchos lugares del globo.

Lana (Medellín, Colombia)

En una ciudad de las de ahora y en cualquier lugar del mundo no es extraño encontrarse cara a cara con la espontaneidad; materializada en este caso en los ojos de Lana, cuya felicidad puede ser salir a dar un paseo en el parque, encontrar en el suelo la rama de un árbol para jugar con ella y poder llevarla entre los dientes como un trofeo de caza.

Arquitectura de montaña (Medellín, Colombia)

En el estrecho valle donde se asienta esta ciudad muchos de los barrios que la componen han sido construidos sobre las laderas de las montañas que forman una geografía difícil pero conquistable al parecer.
Si uno se deja llevar por la imagen que se ve en algunos sectores de esta ciudad, donde las casas se apeñuscan unas contra otras, podría llegar a pensar que se ha desarrollado en ellos un urbanismo orgánico en el que las viviendas se han adaptado perfectamente a los accidentes de la superficie. Pero la realidad es que esta forma de distribuir el suelo obedece más a la necesidad que al respeto por la geografía.
Las escalas interminables, las calles retorcidas y empinadas no favorecen al habitante de estas laderas. Aun así las construcciones se suceden sin interrupción causando admiración a quienes se pasean por allí en plan de turistas, inconscientes de lo que puede significar vivir en estos lugares día tras día.

El placer de la velocidad (Medellín, Colombia)

En casi todos los barrios de esta ciudad se pueden ver lugares como éste donde la gente va a encontrarse con la libertad que da practicar una actividad física. Se les llama con el nombre genérico de “canchas” y desde hace muchos años se han convertido en puntos de convergencia para muchas personas.
Allí es posible ver, entre otros muchos grupos humanos, unos niños queriendo llegar al infinito a impulsos de la velocidad que les dan sus piernas y de la imaginación que acompaña a cada uno de nosotros pero que en esta edad es una presencia constante.

Las verdes y las maduras (Medellín, Colombia)

Una camioneta pequeña recorre, como tantas otras, las calles de los barrios de la ciudad cargando manzanas destinadas a la venta y el pregonero que la conduce rasga el aire con su fuerte acento regional para anunciar las bondades de las frutas que trae para la venta.
Habla del sabor y la frescura de su producto pero se le olvida un detalle que tal vez no sea importante para los compradores pero que está a la vista de todo el mundo, incluyendo hasta los que no tienen intenciones de dejarse seducir por el pregón: se trata de la belleza de esta combinación de colores cuyo disfrute es gratis, por ahora.

Desde la Estación Andalucía (Medellín, Colombia)

Una imagen familiar no sólo para quienes viven en el oriente sino para todos aquellos que han visitado este sector de la ciudad, que aunque muy publicitado por las últimas administraciones sigue tan abandonado e incomprendido como antes de convertirse en paisaje obligado para todos los que quieren experimentar la sensación de flotar sobre la ciudad.
Las tres estaciones de este novedoso sistema de transporte son lugares de encuentro para muchos de los que viven en estas laderas, aunque lamentablemente no se han convertido en potenciadoras de una evolución urbana racional.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...