La espectacularidad de la nube opaca la desmesura del edificio que en el primer plano de la foto pretende robarse todo el protagonismo, sin lograrlo.
La naturaleza siempre se lleva las palmas en eso de asombrarnos con sus creaciones.
Es como ver uno de esos pájaros que recorren los cielos buscando un lugar específico para detenerse. El lugar adonde se dirigen a pasar el verano olvidándose de los rigores del clima y de las preocupaciones que la especie impone. Es como si el cielo quisiera recordarnos esas existencias que corren paralelas a las nuestras y que pocas veces se cruzan con nosotros: las de las aves migratorias para las que la ciudad es sólo un hito en el recorrido de miles de kilómetros al que deben enfrentarse cada año.
Nosotros nos contentamos con mirar la nube e imaginar un gran pájaro para el cual el edificio que pretende ser desmesurado, sólo es una ínfima representación del orgullo humano.
Esta será una nube pasajera, pero no se olvida fácilmente.
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