Una escena callejera tan cotidiana y tan vieja como la vida misma: un hombre observa como una mujer se aleja. Ella con el gesto le indica al mundo, aunque él no lo entienda, que lleva en la mente su imagen o las palabras que acaba de escuchar.
Él la ve irse mientras espera que ella gire el rostro. Espera que aunque sea por una sola vez una de las mujeres a las que se ha dirigido en la calle voltee la cabeza y lo mire, dándole a saber con una acción tan simple como esa que sus palabras no fueron en vano, que su voz pudo al fin tocar alguna fibra en la sensibilidad de ellas.
Sin embargo, la mujer sigue su camino. El único indicio de que algo en ella se perturbó es ese gesto atávico de las mujeres de tocarse el pelo en cualquier situación.
Tal vez en ese momento, aunque no lo sepa, se siente conmovida por el hombre que solitario la ve perderse por una ruta equivocada, porque no se atrevió a sugerirle que la verdadera vida la espera en otra dirección.
Ufff, qué poesía...
ResponderEliminar