Gracias
a su comportamiento estas aves se convirtieron durante la antigüedad en uno de
los símbolos de la prudencia y de la vigilancia.
En
esta ciudad donde aparecen de vez en cuando seres de otras latitudes se puede
contemplar, si se busca con mucha paciencia y se observa con cuidado, un paisaje
plagado de grullas.
Pero
como la prudencia y la vigilancia son tan escasas en estos parajes abandonados
a su aire, las grullas de la imagen son tan pequeñas que pasan desapercibidas
para la mayoría de las personas.
Habría que salir a la
calle con un ánimo similar al de Diógenes de Sínope cuando recorría las calles
de Atenas, linterna en mano, en busca de hombres honestos para encontrar en
esta ciudad un poco de prudencia y de vigilancia, así sólo sea representadas en
una bandada de grullas desperdigada por unos acantilados ficticios.
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