En estos cuartos donde la fuente de luz es una ventana, cubierta por unos vidrios opacos que la hacen más sugerente y misteriosa, no hay que esforzarse mucho para imaginarse lo que podría sentir una persona que nunca hubiera estado en el exterior. Tal vez creería que la solución a todas sus carencias estaría afuera en ese lugar donde la luz llega sin obstáculos a todas partes, o quizá sentiría el temor de que al estar expuesta constantemente a la multiplicidad de imágenes que la luz revela, pudiera perder la libertad de espíritu que propician la oscuridad y la penumbra, cuando obligan a la gente a observarse a sí misma con más detenimiento.
Si se analiza bien esta foto, es mucho más intrigante lo que se oculta en la sombra que los paneles de vidrio atravesados por la luz impunemente, sin revelar nada, como esos discursos vacíos donde se utiliza un gran número de palabras pero que al final no descubren las intenciones de quienes los pronuncian, ni aclaran las dudas de quienes los escuchan.