El don del águila (Medellín, Colombia)

Este carro que permanece a la orilla de una calle, espera a su dueño, un hombre que con toda seguridad debe ser tan común y corriente como la mayoría de las personas que viven en esta ciudad, al que tal vez nunca han asaltado los demonios interiores que acechan a mucha gente.
Sin embargo este vehículo parece uno de esos carros que podrían aparecer en una película de David Lynch, tal vez atravesando un desierto norteamericano. De su interior saldría quizá la música de un viejo radio interpretando algún tema country, mientras que el hombre que conduce mira sin inmutarse la carretera frente a él. A su lado una mujer dormiría intranquila, como para transmitirle al espectador la tensión de la vida que han llevado en los últimos días sus pasajeros y que el destino que los espera al final del recorrido no puede ser de ninguna manera apacible.
Ojalá que la gente que lo use lleve una existencia tan interesante como uno se imagina que debe ser la vida de quien se atreve a viajar en medio de tanto color y entregado a los designios del espíritu de un águila y de un gran jefe indio.

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