Los fantasmas de la casa (Medellín, Colombia)

Dicen que todas las casas viejas tienen como mínimo un fantasma que se mueve furtivamente en las noches por salones y corredores, dejándose ver sólo por aquellos privilegiados que tienen la sensibilidad para percibir las entidades de otros mundos que visitan esta realidad, a veces tan parca en acontecimientos extraordinarios.
Pero en esta casa si uno se deja llevar por la fantasía, y le pone un poco de imaginación a las figuras que se advierten por los cristales de puertas y ventanas, no es difícil ver siluetas que tienen todo el aspecto de los aparecidos; aunque sean vistos a plena luz del día y la gente asegure que simplemente era “alguno que pasaba”; así afirmen que son los cristales coloreados los que convierten un suceso común y corriente en una manifestación del más allá.
Aunque uno se pregunta si los verdaderos fantasmas no se aprovecharan de esos colores de las ventanas, de esos vidrios irregulares que distorsionan la visión para disfrazar su existencia y así asegurarse de que los dejen en paz. Convierten la lógica de las explicaciones, con las que la gente tranquiliza el espíritu, en su aliada mientras ellos se entregan a su pasatiempo preferido: intentar por todos los medios revivir el pasado.

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