Para muchos de los habitantes de la ciudad las imágenes del culto católico guardadas durante todo el año en las iglesias adquieren por estos días, toda su relevancia. Además de las esculturas de mármol o las reproducciones de escayola, casi siempre la imaginería religiosa está representada en figuras de madera pintada o cubiertas con yeso, de excelente o regular factura.
Pero no sólo hay que acudir a las iglesias para verlas, uno se las puede encontrar, todo el año, en una calle, en una esquina, en los altares que construye la gente en cualquier lugar, para conmemorar algún acontecimiento de carácter luctuoso o festivo.
Esta efigie de un Cristo “plantada” entre unos arbustos en el barrio Campo Valdés, al que una mano desconocida ha puesto como ofrenda un pequeño ramo de flores, va más allá de la devoción religiosa y pisa los terrenos del arte.
El trabajo minucioso del metal sumado al buen manejo de la anatomía ha dado como resultado una figura que impacta por su realismo.
Parece viva, uno sólo espera el momento en que Jesús decida bajarse de la Cruz y salir caminando tranquilamente
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