Telón de fondo (Medellín, Colombia)

Hay imágenes de esta ciudad que le hacen creer al observador desprevenido en la posibilidad de dominar el paisaje. Son tantas las construcciones en la mayoría de las laderas de algunos sectores de este valle que ya ni siquiera se piensa en que puedan ser un obstáculo para su crecimiento.
Sin embargo cuando se mira hacia el occidente se pueden ver las montañas tan imperturbables como siempre. La marea de casas y edificios apenas ha empezado a invadirlas.
Pero si se tiene en cuenta la manera como el norte y todo el oriente fue invadido hace tiempo no es difícil predecir lo que va a pasar.
Por ahora sólo queda disfrutar de este imponente telón de fondo formado por estas montañas, que a pesar de todo siguen siendo una característica inconfundible de la ciudad.

Mira que cosa más linda, más llena de gracia (Medellín, Colombia)

Así es esta ciudad, en el lugar menos pensado aparece de la nada una comparsa de música y bailarines para desbaratar la frágil tranquilidad de sus habitantes.
No hay necesidad siquiera de conocer el motivo para una descarga de energía como ésta; puede ser cualquiera.
Lo que importa es la belleza que le pone un ingrediente de emoción a las tareas de todos los días.

Mediodía en Junín (Medellín, Colombia)

El sol del mediodía ilumina la famosa carrera Junín por donde pasan a diario miles de personas, que sin saberlo contribuyen a dar ese color tan particular a esta vía.
Cualquiera que visite la ciudad se llevará entre su paquete de recuerdos la caminata bajo las palmeras o la imagen de los puestos de flores que desde hace muchos años forman parte de un lugar tan imprescindible para definir la singularidad de esta urbe.
 

El canto silencioso de las quebradas (Medellín,Colombia)

Entre los muchos cambios que ha sufrido esta ciudad, desde que se internó por los caminos del progreso, está el de la desaparición bajo tierra de la mayoría de las quebradas que trazaban sus líneas caprichosas en todas las montañas que rodean el Valle de Aburrá.
Algunas, como ésta, se sustrajeron a ese destino, pero perdieron la voz cuando fueron canalizadas. Su curso irregular fue trazado con arreglo a necesidades urbanísticas y las piedras e irregularidades del terreno que producían un sonido cantarín en los días soleados, o amenazador en las épocas de invierno desaparecieron, dando paso a un susurro tan leve que el ruido de la ciudad no deja percibir.

Color en el acuario (Medellín, Colombia)

Los acuarios han estado presentes en todas las épocas y en distintos lugares del planeta, desde los estanques de civilizaciones tan antiguas y refinadas como la china o la japonesa hasta los actuales hechos de vidrio o acrílico.
Y hasta han aparecido en fragmentos memorables de la literatura, como la descripción de la muerte de los peces sagrados que contemplaba en su acuario al aire libre la familia Barca en Salambó la novela de Gustave Flaubert.
En esta ciudad son un trozo del mundo libre y salvaje que se ha destinado desde siempre a la decoración de los espacios íntimos de las casas y de algunos lugares públicos.
Para muchas personas es reconfortante dejarse llevar por la tranquilidad casi siempre imperturbable de los peces. A la atracción que ejerce el agua sobre los seres humanos se suma la belleza de estos animales, tan coloridos que a veces parecen flores en movimiento.

Danza de agua con anturios rojos (Medellín, Colombia)

Entre la transparencia del agua detenida en pleno salto y el rojo de los anturios se establece un equilibrio visual que parece pensado de antemano.
Pero la fluidez del agua es tan imprevisible que sería difícil planear una danza como esta en todos sus detalles. Sólo es seguro que los chorros de agua saltarán pero las formas que adopten al caer serán dictadas por el azar únicamente.
Lo único fijo es el color de los anturios y los planos de diferentes colores con que participa la arquitectura del fondo.
Una ciudad tan encantada por las flores como ésta debe mantener una estrecha relación con el agua, tal vez por eso haya tantas fuentes, aunque no tantas como debiera.

Prudencia y vigilancia (Medellín,Colombia)

Gracias a su comportamiento estas aves se convirtieron durante la antigüedad en uno de los símbolos de la prudencia y de la vigilancia.
En esta ciudad donde aparecen de vez en cuando seres de otras latitudes se puede contemplar, si se busca con mucha paciencia y se observa con cuidado, un paisaje plagado de grullas.
Pero como la prudencia y la vigilancia son tan escasas en estos parajes abandonados a su aire, las grullas de la imagen son tan pequeñas que pasan desapercibidas para la mayoría de las personas.
Habría que salir a la calle con un ánimo similar al de Diógenes de Sínope cuando recorría las calles de Atenas, linterna en mano, en busca de hombres honestos para encontrar en esta ciudad un poco de prudencia y de vigilancia, así sólo sea representadas en una bandada de grullas desperdigada por unos acantilados ficticios.

Creencia urbana (Medellín, Colombia)

Una imagen que se repite cada vez con más frecuencia en los jardines de la ciudad es la de las grandes botellas de gaseosa llenas de agua. Pocos son los que conocen el significado de esta costumbre, hasta que alguien da la respuesta a la pregunta obligada.
No parece tener sentido pero al decir de muchos es ciento por ciento segura para alejar a los gatos.
Quienes han sido desvelados por los eróticos requerimientos de los gatos en el jardín de su casa, han empezado a adoptar esta medida que, a pesar de no tener una base científica conocida, es el método más seguro para desterrar felinos.
Al parecer ya no hay que recurrir a la vieja costumbre de tirarles agua, arrojarles piedras o un zapato como en los comics.
Si esta práctica se generaliza los gatos tendrán que buscarse otros lugares para desarrollar sus complejos rituales amorosos que necesariamente pasan por un preludio sonoro tan fastidioso.

Misceláneas ambulantes (Medellín, Colombia)

El vendedor ambulante es uno de los tantos personajes anónimos, pero característicos, que recorre las calles de las ciudades colombianas actuales.
Los hay de todas las edades y de todos los estilos.
Venden múltiples productos, desde chicles hasta confites o cigarrillos “menudeados”, para ganarse la vida con dificultad.
Pululan en El Centro y a pesar de eso, o tal vez por esa circunstancia, se han vuelto invisibles; sólo adquieren  existencia cuando algún transeúnte necesita comprarles cualquier cosa.

La melancolía del barrio Prado (Medellín, Colombia)

Una tarde lluviosa da a este barrio un aspecto melancólico que va muy bien con las calles arboladas y las grandes casas, construidas en la primera mitad del siglo XX, que se entregan sin repulsa a los efectos del tiempo.
Caminar por el barrio Prado, a la sombra de los árboles casi centenarios, es como hacer una lectura de una parte de la historia de la ciudad plasmada en las fachadas de sobria arquitectura. Es volver en el tiempo, sintiendo que a este barrio los años le han robado el espíritu.
Cabe pensar que todos los que lo construyeron hace tiempo que abandonaron esta zona de la ciudad, pero también es posible que algunos de ellos permanezcan allí a la espera de un fin inevitable.
Algunas de estas casas se han acomodado a nuevos usos y así se han librado de la decadencia que afecta a la mayoría. Sin embargo, la vetustez que aqueja a este barrio no disminuye la dignidad que siempre tuvo desde sus inicios.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...