Sobre los tejados de la ciudad y con el telón de fondo de las montañas y el cielo es posible ver un edificio pintado de forma llamativa.
Acaso esta combinación estrafalaria sea una referencia a Stendhal, pensada por algún lector interesado en la literatura del siglo XIX.
Tal vez algún heredero del escritor francés llegó a esta ciudad y decidió hacerle un homenaje a su antepasado. O porqué no, un descendiente de Julián Sorel creyó que la mejor manera de recordarle al mundo las hazañas de este personaje sería pintando un edificio.
Aunque la realidad no debe ser tan maravillosa, lo más seguro es que el dueño de este inmueble, que por cierto es un hotel, debe ser una persona con un extraño sentido de la decoración, que nunca ha oído mencionar las aventuras y desventuras del joven protagonista de la novela Rojo y negro.
Las historias se repiten en diferentes puntos cardinales, sin que sepamos a ciencia cierta quién fue primero, el huevo o la gallina...
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