En esta ciudad la luz del día puede llegar a ser tan intensa que parece deshacer el concreto o la piedra con los que han sido construidos muchos de sus edificios.
Como en este caso donde hasta los vidrios parecen absorber, en vez de reflejar, la luz que los ilumina; es como si toda la edificación se entregara a la fuerza inapelable del resplandor del cielo.
Pero, esa misma luz que parece destruir es la encargada de mantener el verde característico de las palmeras y el resto de la vegetación que se encuentra por toda la ciudad.
Un ejemplo de las paradojas de este planeta: las fuerzas que destruyen son, simultáneamente, las mismas que impulsan la vida.
Como en una película futurista (al estilo del Quinto Elemento) la materia es absorbida por la luz.
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