Dicen los que han pasado por desiertos que el calor y la sed hacen ver espejismos a los viajeros. Por fortuna (o no) las fuentes de agua que hay en la ciudad nos evitan pasar por esa experiencia. Sino fuera así, qué de alucinaciones tendríamos a cada momento, imaginando lagos y ríos donde zambullir el ansia de humedad.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
La cantante que surgió de un muro (Medellín, Colombia)
Esta ciudad siempre nos asalta los sentidos. A veces se vale del color o de la arquitectura. Esta vez lo ha hecho por medio de Sally Bowles, la cantante del famoso Kit Kat Club.
La imagen maravillosa de Liza Minelli interpreta en silencio para el público de Medellín, desde un muro en la calle Maracaibo, el desgarro emocional de la Alemania de entre guerras.
Ley de gravedad (Medellín, Colombia)

Sed (Medellín, Colombia)

Las huellas del oficio (Medellín, Colombia)
No se conocen las motivaciones de quien decidió marcar este bloque de cemento, tal vez pretendía combatir el paso del tiempo, como los viajeros que escriben su nombre en la superficie de las pirámides o tal vez todo se reduzca a una simple estrategia publicitaria, de la peluquería que queda justo enfrente.
El color de la repetición (Medellín, Colombia)


En esta calle, que debería ser declarada patrimonio histórico de la ciudad, la gente valora tanto la belleza del conjunto que forman las fachadas de sus casas, que no les han cambiado el aspecto desde su construcción, hace décadas. La armonía es tal, que parece que un diseñador hubiera definido la combinación de colores, para resaltar el efecto que produce la repetición de su arquitectura.
Nubes y estrellas (Medellín, Colombia)

Desde noviembre se empieza a armar la figura principal del alumbrado del centro. El espíritu de los que pasan por este lugar, comienza a aligerarse con la expectativa de un mes que, para casi todo el mundo, está asociado con la maravilla de la luz y la esperanza.
Verde mandarín (Medellín, Colombia)

Desafío a la realidad (Medellín, Colombia)

Pepito (Medellín, Colombia)

Hace mucho tiempo que Pepito fue reemplazado, pero el sabor del tinto que hacen allí no cambia.
Brillante y opaco (Medellín, Colombia)
El brillo de los vidrios nuevos y las paredes recién pintadas contrasta con las superficies opacas y desvaídas de los muros que llevan décadas a la intemperie.
Pesebre II (Medellín, Colombia)

A un lado de la gruta, adonde se dirigen José y María inexorablemente, está el librito con la novena que se reza por las noches, matizada con los versos tan repetidos y conocidos, pero que nunca pierden el encanto que evocan.
Pesebre (Medellín, Colombia)



Los nacimientos en México o belenes en España son los mismos pesebres que se hacen por todas partes y en todos los estilos en esta ciudad. En una calle de Campo Valdés, una ramada protege uno cuyas figuras son tan especiales que su autora las guarda en la casa y sólo las saca por las noches, cuando se va a rezar la novena o, como en este caso, aparece alguno con una cámara fotográfica. Entonces le pide el favor al fotógrafo que espere, entra en la casa y vuelve a salir con sus tesoros y los ubica en el lugar que les corresponde.
El hombre que encontró su sombra (Medellín, Colombia)

Este hombre que mira hacia atrás con la confianza de quien sabe que tiene una sombra como cualquier objeto sólido, no sabe que esa sombra a sus pies pudo haber estado perdida o revuelta con otras… y hasta es posible que no sea la suya.
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