Esos elementos con los que armamos nuestro pensamiento son palabras que expresan, definen, simplifican, marcan, acogen, dicen, denuncian, formulan, enumeran, opinan, ratifican, articulan, recalcan, tratan, emiten, profieren, aclaran, producen, explican, prorrumpen, protestan, declaran, manifiestan, exponen, encubren, proclaman, muestran, exteriorizan, participan, significan, denotan, reflejan, representan, reproducen, afirman, testifican, atestiguan, repiten, certifican, deponen, garantizan, confirman, analizan, asienten, enuncian, insinúan, indican, observan, señalan, sugieren, establecen, connotan, citan, nombran, estudian, alegan, recuerdan, precisan, concretan, aseveran, subrayan, acentúan, mienten, reiteran, simbolizan, comunican... y trazan nuestro camino.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
Prometeo encadenado (Medellín, Colombia)
Una versión bastante libre del mito del titán Prometeo, ejecutada por Rodrigo Arenas Betancur, altera la monotonía de una de las paredes de la edificación que fuera la sede inicial del museo de Zea hoy llamado museo de Antioquia.
Aunque falta el águila que devore sus entrañas permanece encadenado perpetuando el mito.
Soledad II (Medellín, Colombia)
Las ciudades modernas, que por antonomasia se han
convertido en los paradigmas de la soledad, se han visto invadidas en los
últimos años por escenas como ésta: multitud de personas perdidas en la imagen
hipnótica de un celular. ¿Qué sucede allí que atrapa la atención de millones de
seres humanos? ¿Acaso es la promesa de no estar solo lo que lleva a cada uno de
ellos a perderse en las múltiples posibilidades de compañía, aunque sea
ficticia, que se les ofrece por este medio?
El valor de la papaya (Medellín, Colombia)
Una escena cotidiana que se repite constantemente en las calles de esta ciudad. Sin embargo el colorido que arrastran en sus carretillas estos vendedores pasa desapercibido para casi todo el mundo.
Estamos tan acostumbrados al color del trópico que hace mucho que se nos volvió más importante el valor de las cosas que su belleza.
Una esquina clásica II (Medellín, Colombia)
Todavía hace algo más de siete años (http://medellinrevista.blogspot.com.co/2010/06/una-esquina-clasica-medellin-colombia.html) esta edificación mostraba con dignidad las huellas que el tiempo había dejado sobre su
superficie. La fachada relataba historias de una ciudad en la que la gente se
desplazaba por sus calles con la tranquilidad del tiempo que transcurre sin
ligereza.
Hoy, debido a las manos ofensivas del supuesto
progreso esta casa exhibe las consecuencias de la remodelación que hace tantos
estragos como el tiempo mismo. Sin un estilo arquitectónico definido y con el único
fin que determina la limpieza ofrece a la vista un patético aspecto. Tal vez lo
único que podría justificar esta asepsia en el rediseño de una casa que
pudo haber recuperado su belleza si se hubiese mantenido la estructura y la
decoración originales es la lejana reminiscencia a los edificios que pintó en
su época metafísica Giorgio de Chirico o el trozo de iglesia que se refleja,
como un fantasma, en una sus ventanas.
Un buen lector (Medellín, Colombia)
Este hombre que descansa después de una jornada de
trabajo o que espera el próximo encargo, vuelve a dejarse envolver por la magia
de una de las 2600 novelas de vaqueros, o del oeste, que entregó a la imprenta Marcial
Lafuente Estefanía y que todavía encuentran lectores que se emocionen con las
intrigas o los duelos a pistola en saloons o en calles polvorientas y desoladas
de un pueblo del Oeste.
Acostado en su carretilla y alejado del ruido que
produce la ciudad revivirá, mientras lee, su juventud; cuando estos libros se
alquilaban en las “revisterías” colgados de unas cuerdas, acompañados por las
aventuras de Supermán o el Santo entre otros muchos héroes y superhéroes. O
quizá no, es posible que apenas haya entrado en conocimiento con esta literatura
fácil pero que cumple con uno de los mandatos que muchos autores se impusieron
a la hora de escribir: entretener sobre todas las cosas.
Hoy
esos libritos que sobreviven milagrosamente al deterioro que amenaza a
cualquier papel, y sobre todo al de estas ediciones de bolsillo que en su
momento se publicaban para el consumo inmediato, no para perdurar, se encuentran
en uno o dos puestos de segunda en la carrera Bolívar y sirven de alimento
literario a lectores tan consagrados como éste.
La música es así II
La música, una actividad que une a los seres
humanos también es una de esas actividades que afectan de manera distinta a cada individuo en particular. Cada
uno tiene una relación íntima y personal con ella. Como estos tres músicos que en Junín
interpretan aires regionales con la actitud de quien apenas está conociendo a
sus amigos: con cautela pero también con ciertos desencuentros que tal vez el
tiempo logre soslayar.
Por ahora alguna nota se atrasa o se adelanta
cuando no es que se pierde definitivamente a causa de una mano que no logra
manejar con más habilidad el instrumento.
De todas maneras, y a pesar de las notas
desafinadas, una mañana de sábado un paseo peatonal de El Centro se vio
animado por tres hombres absolutamente concentrados en hacer lo que más les gusta: música.
Una perspectiva clásica (Medellín, Colombia)
Uno de los edificios más emblemáticos del sector conocido como Guayaquil fue diseñado por el arquitecto Carlos Carré y es llamado comúnmente Edificio Carré. Fue construido en 1893 y restaurado a principios del presente siglo. Pocos son los habitantes que no conocen esta edificación que por el oriente da a la carrera Carabobo y por el occidente a la Plaza de Cisneros más conocida hoy como Plaza de la Luz.
Su historia como la de muchos lugares va desde la
admiración que despertó su construcción novedosa hasta la casi desaparición por
cuenta del abandono para renacer de nuevo al estado en el que se encuentra hoy
como la sede de una de las Secretarías de la administración municipal.
Esta
perspectiva es una de las fotografías clásicas que se encuentra en muchas de
las publicaciones sobre Medellín y sobre un edificio que es visto como hito
arquitectónico de la ciudad por la sobriedad de su diseño y porque rememora una
época que a pesar de haber sido marcada por etapas tumultuosas evoca un tiempo
sino más feliz sí más tranquilo.
Mirar al cielo (Medellín, Colombia)
Pocas veces se nos ocurre mirar al cielo cuando
recorremos El Centro. No es fácil abstraerse del ruido, de la gente que camina
apresuradamente, del smog, en fin de todo lo que caracteriza una ciudad. Aunque
a esta le faltan los rascacielos que dibujan el perfil de las metrópolis, no
adolece de las multitudes que recorren con prisa las calles como si de verdad
tuvieran un destino definido, arrastrando cualquier obstáculo.
Pero
mirar al cielo, aunque para algunos pueda significar mirar al vacío y sobre
todo cuando el azul profundo -tan característico de este valle- no está
alterado por el smog o por las nubes que se apoderan de todo el espacio, a
veces trae sorpresas como ésta: un avión solitario, silencioso, que se desplaza
subrepticiamente. Ignorado por todos menos por quienes abandonan o regresan en él
a la ciudad que, donde vayan, siempre está con ellos.
Gótico en el trópico (Medellín, Antioquia)
Esta fotografía induce a pensar que el edificio al
que corresponde esta cúpula está rodeado por una espesura lujuriante como se
esperaría de un lugar ubicado en plena zona tórrida. Sin embargo esta ciudad construida
en un valle en medio de los Andes tiene un clima que se asemeja poco a los
calores que identifican el trópico.
En realidad son pocos los árboles que rodean este edificio
llamado Palacio de la cultura Rafael Uribe Uribe, nombre que se le dio a la
vieja sede de la Gobernación de Antioquia, después del traslado de la
administración departamental en la década de los ochenta.
Construido
en estilo neogótico, por el arquitecto belga Agustin Goovaerts, es una de las
pocas edificaciones de este estilo que quedan en El Centro y que permiten
recordar, a los que habitamos esta ciudad y a quienes la visitan, la belleza de
la arquitectura que alguna vez caracterizó el centro de la Bella Villa.
Ikebana (Medellín, Colombia)
Espontáneamente la naturaleza logra la sutileza, riqueza y profundidad que alcanzan los grandes maestros en esta disciplina después de mucho tiempo. Hasta los japoneses, expertos en el ya centenario arte de los arreglos florales,
admirarían las composiciones que pueden verse en esta ciudad a cada momento,
donde sólo hay que tener la mirada atenta para encontrarlas en cualquier jardín.
Atrapados (Medellín, Colombia)
El encanto de las flores está fuera de toda
discusión y atrapa el interés de la gente, sobre todo en una ciudad que se
precia de engalanarse con ellas todo el año.
Las flores seducen a personas y animales por
diferentes razones: a los seres humanos por su belleza y a los animales por la
posibilidad de alimentarse. Pero a veces las flores pueden tener un lado amargo,
pueden convertirse en una trampa.
Al parecer no todas las flores son tan fáciles de
polinizar como las rosas o las margaritas. Esta flor blanca de un carbonero le
dificulta su tarea a las abejas.
Las que se atreven a internarse entre sus
filamentos corren el riesgo de quedar atrapadas.
Otro
drama que se suma a todos los que se escenifican diariamente por la supervivencia en este valle; tanto entre los grandes como entre los pequeños.
El silencio de las campanas (Medellín, Colombia)
Hubo un tiempo en que las campanas anunciaban
celebraciones o desastres. Un tiempo en el que su canto convocaba. Un tiempo en
el que en el tañer de los bronces se podía identificar la alegría, la tristeza o
la solemnidad; y en su doblar la muerte.
Hoy, en esta ciudad, las campanas han cedido su voz
a los parlantes. Sólo queda de ellas una imagen quieta en lo alto de algunas
iglesias. Un recuerdo detenido en la memoria de quienes hasta las identificaron
por su timbre.
Hoy la gente pasa frente a los templos, donde permanecen inmóviles y en silencio como una huella de una época casi olvidada, sin percatarse
de que tal vez en su corta vida nunca han oído su sonido claro y distinto.
Sin
arrebatos. Sin echarse al vuelo, las campanas se adentraron suavemente en el
pasado.
Una escena dominical
Bajo la tutela de una escultura alusiva a los
legendarios silleteros se desarrolla una escena que, con algunas variantes,
debe repetirse todos los domingos en este pequeño parque. Las infaltables
comadres se ponen al día mientras un sol parco les permite, como a los
compradores de baratijas, regodearse con el buen clima en una zona de la ciudad
generalmente fría. Artesanos de todas las condiciones ofrecen sus mercancías
mientras alrededor de la placita la gente que recién sale de misa se dirige a
sus casas o a los restaurantes aledaños y personajes de trazas diferentes van y
vienen dando un color especial al lugar.
Un
domingo apacible en un corregimiento de la ciudad que cada vez se convierte en
destino de turistas locales y hasta foráneos. Quizá porque la tranquilidad se
ha vuelto un lujo en una ciudad donde el ruido y la velocidad dominan la
cotidianidad de todo el mundo.
Seguridad (Medellín,Colombia)
En esta ciudad que históricamente se ha dedicado al
comercio se vende y se compra de todo. Hasta la basura se ha convertido en un
negocio, alimentado por los recicladores que recorren las calles de la ciudad
recogiendo y comprando, a veces, por precios irrisorios cosas que ya no sirven.
Ha alcanzado tal magnitud que ya necesita ser vigilado por cámaras de vídeo
como los grandes centros comerciales.
La corriente inagotable de basura que produce
nuestro tiempo termina en lugares como éste donde se vende o se cambia por
objetos igualmente desechados. Y aunque parezca improbable son muchos los que
caminan por este laberinto con la mirada atenta, prestos a rescatar algún
objeto que satisfaga alguna necesidad y por qué no hasta un anhelo largamente
acariciado.
Los curiosos, los posibles clientes, transitan por
allí con la seguridad de que mientras permanezcan en esta zona serán observados
atentamente; aunque eso no les garantice que saldrán indemnes de un lugar que
se rige por otras leyes.
Concentración y acción (Medellín, Colombia)
Lanzarse al vacío así debe ser una sensación
alucinante. Implica vencer uno de los temores atávicos de los seres humanos:
caer.
Es negarle importancia a la información que llega
al cerebro. Es desafiar conscientemente una de las leyes primordiales de la
física.
Pero para estos atletas es un ejercicio tan
cotidiano, tan sencillo como lo es para la mayoría de las personas de esta
ciudad coger el metro o utilizar una escalera eléctrica.
Ellos
confían en el abrazo de la masa de agua que los espera, pero aun así sus
movimientos deben ser de una precisión milimétrica. Gracias a la habilidad con
que ejecuten esos movimientos, tan repetidos que se han convertido en parte de
su cuerpo como los gestos de su cara o su manera de caminar, es posible realizar
unos saltos que para otros resultarían imposibles.
¿Para dónde se van los lectores? (Medellín, Colombia)
Así se veía la sede principal de la Biblioteca
pública piloto para América Latina en septiembre del 2015, días antes de
ser cerrada debido a unos arreglos estructurales que se le iban a hacer al edificio,
según la versión oficial.
Ya se habían empezado a empacar los libros y
tal vez porque se esperaba su cierre temporal, apenas si se veía uno que otro
lector desprevenido.
Más de un año después
este lugar sigue cerrado. Quizá pasará mucho tiempo antes de que los pocos lectores
que aún insisten en frecuentar los interiores de las bibliotecas puedan volver
a entrar a este recinto o a otros similares.
Luz de agosto (Medellín, Colombia)
Como en todas las grandes ciudades del mundo
hay aquí lugares como éste donde la naturaleza brinda refugio a quienes sienten
la necesidad del aislamiento para dedicarse a la difícil tarea de la introspección.
Aunque la profusión
de artilugios que ofrece la tecnología parece aislar cada vez más a las
personas, pocos sucedáneos sirven de reemplazo a un parque cuando la soledad se
hace necesaria.
Vistas (Medellín, Colombia)
Esta es una ciudad que no se ve completamente
desde ningún punto de su geografía. Construida en un valle sinuoso y estrecho siempre
tendrá lugares que se escapen a nuestra mirada.
Sin embargo hay dos sectores de la ciudad que
se han mirado desde antes de que existiera algún asentamiento en este valle: Oriente
y occidente se contemplan desde las laderas observando sus diferencias geográficas.
Pero las construcciones que lentamente han invadido las pendientes del norte de
la ciudad se han encargado de borrar las diferencias pintando de un ocre uniforme
las laderas que otrora ostentaban un sinnúmero de tonalidades verdes.
Un urbanismo descontrolado
ha llevado a la invasión de unas montañas que en ocasiones ofrecen poca
seguridad a sus habitantes; aunque para quienes habitan estos barrios vivir en las
alturas quizá tenga el atractivo insuperable de ver una parte alejada de la ciudad
desde las calles y las terrazas, así se tenga que pagar el precio de desplazarse
lentamente por esas cuestas empinadas que exigen un buen estado físico y un sinnúmero
de descansos al desplazarse por ellas.
Mundo flotante (Medellín, Colombia)
En esta realidad que a veces se presenta tan escabrosa
y hostil es bueno descubrir imágenes como ésta que de inmediato nos remiten a las
manifestaciones del arte o de la historia o de la literatura.
La primera idea que se viene a la mente es que esta bicicleta podría haber sido la que inspiró al dadaísta Marcel Duchamp para proponer uno de sus objetos artísticos.
La primera idea que se viene a la mente es que esta bicicleta podría haber sido la que inspiró al dadaísta Marcel Duchamp para proponer uno de sus objetos artísticos.
O tal vez nos
recuerde El ukiyo (mundo flotante) desarrollado durante el período Edo en
el barrio Yoshiwara (1617) de Tokio, Japón. Una época donde se vivía "sólo para el momento
(…) simplemente flotando, indiferente a la perspectiva de la pobreza
inminente, optimista y despreocupado…”
Danza de los mirlitones o Danza de las flores (Medellín, Colombia)
Es un hecho conocido por todos que uno de los
temas en los que se ha inspirado el arte, desde siempre, ha sido la belleza de
las flores. Seduce tanto su forma y su colorido que hasta en la música se puede
percibir su influencia. Baste recordar la danza de los mirlitones, recreada por
Walt Disney en su película Fantasía y que forma parte del famoso ballet
Cascanueces de Piotr Ilich Chaikovski; uno de los más representados en el mundo,
especialmente en la época de Navidad.
En la exposición de
orquídeas que se realiza anualmente en la ciudad encontramos este año, entre
tantas variedades, ésta cuyas flores se asemejan a una troupe de bailarinas detenidas
en el momento de ejecutar un paso de danza. La similitud con una escena de
ballet es indudable.
Pabellón Medellín (Medellín, Colombia)
En el centro de exposiciones Plaza Mayor se presentan
de manera constante infinidad de facetas de la ciudad, de Colombia y del mundo.
Este lugar que empezó como Centro de Exposiciones se ha expandido tanto en el área
que ocupa como en la importancia que tiene para la ciudad. Cada exposición, cada
evento, feria o convención es una oportunidad que se tiene de acercarse a un aspecto
de la actividad humana de una manera más amplia.
Por eso capta tanto
la atención esta valla que es toda una promesa de la variedad y complejidad de
lo que representa para el mundo esta ciudad que cambia incesantemente.
Una libélula en la ciudad (Medellín, Colombia)
En esta época es muy poco probable encontrarse
una libélula en una ciudad. Pero todavía es más improbable tener la cámara a la mano y
poder robarle al azar una imagen que apenas dura un instante en la retina.
Estas libélulas que
otrora abundaban en los jardines han sido relegadas como tantas otras cosas al
campo o si acaso a las tierras de cercanías. Sin embargo como las abejas o los
colibríes, que a veces aparecen libando en las flores que permanecen por ahí en
cualquier patio, las libélulas también se aparecen, de vez en cuando, para que
un observador un poco atento dé cuenta de su persistencia en esa otra realidad citadina
que no por diminuta deja de ser menos impactante y hermosa.
Torres de teatro (Medellín, Colombia)
La sobriedad del Teatro Metropolitano tal vez justifique
que para la ciudad este edificio no sea un hito de su arquitectura. O tal vez
la razón se encuentre en el lugar donde fue construido: un rincón alejado de
las rutas más frecuentadas por los medellinenses. O será que es un edificio cuyo
aspecto parece excluyente, encerrado en sí mismo. Es como si hubiese sido construido
para no llamar la atención sobre lo que allí se desarrolla.
El teatro emblemático de una ciudad no debería
tener el aspecto de un club privado.
Por eso muchos de los
que tuvieron la fortuna de conocer el Teatro Junín afirman que esta ciudad
nunca podrá lamentar suficientemente la pérdida de un edificio que, mientras existió, estuvo cerca del corazón de todos los que habitaron esta Villa y tuvieron el
placer de frecuentarlo y admirar su arquitectura.
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