Nubes de cristal (Medellín, Colombia)

El azul del cielo que se transparenta por el vidrio de este domo parece sabiamente matizado por un cristal mate, dándole profundidad a una estructura que deja pasar la luz de uno de esos cielos de sábado por la tarde tan característicos en esta ciudad.
Es como si por voluntad expresa de un diseñador gráfico, la rejilla de triángulos azules hubiese sido salpicada con unos cuantos vidrios que no dejaran pasar la luz, aunque en realidad se trata de lejanas nubes que se prestaron para engañar al ojo con su forma, como lo hacen siempre las nubes en los cielos que más les gustan, como el de este valle con sus perfiles de montañas, invisibles en esta foto, pero siempre presentes en el imaginario de los habitantes.

Cocina para hombres (Medellín, Colombia)

Entre todas las actividades que ofrecen las ciudades uno se encuentra con cursos tan particulares como una clase de cocina donde los alumnos son sólo hombres, aunque quien lo imparta, con bastante profesionalismo por cierto, sea una mujer.
Al parecer se enfatiza en maneras de preparar los alimentos y en combinaciones poco usuales para los habitantes de esta ciudad que desde hace algunos años pasaron abruptamente de los alimentos tradicionales de la gastronomía autóctona a la comida chatarra ofrecida en centros comerciales y puestos callejeros.
En este caso el plato que seduce al paladar es un delicioso “róbalo a la marinera” que hace agua la boca a quienes ven esta fotografía.
Ojalá muchos nos matriculáramos en cursos como éste, dictados por una conocida Caja de compensación del departamento de Antioquia.

Mil historias en la feria (Medellín, Colombia)

Entre todos los programas que se realizaron durante la reciente Feria de las Flores, se llevó a cabo esta feria artesanal, una de las tantas que se hacen en la ciudad y en la mayoría de las ciudades de este país.
Al interior de un conocido centro comercial la gente se entregó a hacer lo que siempre se hace en estos eventos: admirar habilidades, curiosear frente a los puestos de los artesanos preguntando precios y hasta formas de hacer, y construir de esa manera ese tejido de historias entremezcladas por las gente que acuden a estos lugares con el ánimo de antojarse y a veces hasta comprar algo que no se necesita, pero que sin embargo satisface el deseo de poseer cosas.

Cielo de agosto (Medellín, Colombia)

Empezando este mes, al que en la ciudad le llamamos el mes de las cometas, el cielo se despeja y nos deja intuir su profundidad sólo mediante la observación del intenso azul.
Una imagen que a pesar de su simplicidad embarga a quien la contempla con ese sentimiento que a veces suscitan ciertos lugares del planeta: una alegría por estar vivos y poder vislumbrar lo que puede ser la imagen del silencio.

Gloxinias en el patio (Medellín, Colombia)

El intenso color de estas flores de origen brasilero vuelve con regularidad a los jardines de la ciudad como lo hace periódicamente en macetas de toda Latinoamérica.
Su textura y color, además de la delicada forma de sus flores hacen de esta planta una de las más mimadas y buscadas por todos aquellos que le dedican parte de su tiempo al cuidado de jardines.
Y aunque no aparecen en las silletas que se ven en almacenes y centros comerciales de la ciudad en esta época de la Feria de las Flores, vale tenerlas en cuenta como una de las flores que ha encontrado un lugar en los patios interiores y hasta en los balcones de las casas de esta ciudad con vocación jardinera.

Reflejos alrededor de un semáforo (Medellín, Colombia)

Las ciudades, por sus características tan complejas, producen de manera ininterrumpida imágenes que pasan desapercibidas entre las muchas distracciones visuales que asaltan los ojos de los habitantes.
Una fotografía tomada desde el ventanal de un conocido centro comercial combina la fresca textura del agua, precipitándose al vacío, con el reflejo del sol en el parabrisas de un carro detenido frente a un semáforo.
Podría ser una composición de esas que se hacen mediante las herramientas de diseño de un programa de computador, pero es tan real como las combinaciones del verde de la vegetación de las avenidas y los parques con el gris inclemente del asfalto de las calles.

Composición de feria (Medellín, Colombia)

En una ciudad que hace de las flores el centro de su fiesta máxima anual no es raro encontrar siempre y durante todo el año, flores en su composición urbanística; hermosas flores que aunque efímeras como ésta contribuyen con su belleza y color a suavizar la dureza de las líneas del ladrillo y el concreto en lugares públicos y privados.

Un dragón de utilería (Medellín, Colombia)

Hay dragones que inspiran un temor reverencial cuando uno está frente a sus esculturas o representaciones pictóricas, incluso cuando se los ve aparecer en óperas, obras de teatro y hasta en desfiles, donde las diversas culturas han plasmado este ser mitológico a lo largo de la historia, especialmente las orientales que producen una gran curiosidad en el mundo occidental tanto hoy como en la antigüedad.
Pero hay otros que a pesar de mantener en su aspecto todas las características de los supuestos originales no inspiran sino una curiosidad tranquila a los paseantes, tal vez porque su función sea la de ambientar, como en este caso, una exposición de bonsáis en un centro comercial.
La gente pasa y aquellos que se detienen se toman fotografías frente a ellos sin pensar siquiera en el profundo significado que para los chinos y japoneses, entre otros, ha significado y significa el concepto de dragón.

El movimiento de las estatuas (Medellín, Colombia)

Desde siempre el sueño de todos los escultores, y hasta de quienes han contemplado estatuas durante milenios ha sido ver cómo éstas cobran vida.
Esas imágenes de dioses dando un paso al frente en el Antiguo Egipto dan cuenta de la primera puesta en escena de la ilusión del movimiento, pasando por infinidad de creaciones hasta llegar al mito de Pigmalión y Galatea donde se narra como una estatua, imagen de la mujer perfecta, se convierte en un ser vivo.
Pero no sólo las estatuas pueden moverse ayudadas por el mito, los árboles también lo hacen, como en este caso donde la escultura de La Vida parece haberse estirado lo suficiente para unirse a las ramas de un árbol que desde que fue testigo de la proyección de la piedra hacia el cielo quiso tocarla.

El helecho de los abanicos (Medellín, Colombia)

El helecho, como todas las plantas adopta infinidad de formas, pero es en el trópico donde se ven sus manifestaciones más interesantes; desde el punto de vista del diseño sorprende cada vez que se las observa detenidamente.
Este helecho parece haber inspirado, al menos en estos lugares, a ese elemento tan conocido y tan útil antes de la invención de los ventiladores: el abanico.
Se le ve aparecer (no necesita que nadie lo siembre) por debajo de algunas plantas en patios y jardines y embellece los lugares donde se da con su forma delicada y la combinación pálida del sin fin de verdes que expone en sus hojas.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...