Después de que durante días los cielos grises y opacos se sucedieran sobre nuestras cabezas, ha vuelto el sol a iluminar la ciudad y a intensificar los colores que en cualquier lugar impresionan la mirada.
Estos globos podrían ser el símbolo de lo que sucede en todas partes cuando cambia la temperatura. Las superficies bañadas por la luz de la tarde adquieren unas tonalidades que parece imposible se puedan repetir en cualquier otro lugar del mundo. Como si la luz de esta ciudad fuera capaz de recrear siempre los colores, de entregarnos cada vez una nueva manera de percibirlos.
Florece el hule...
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