Un sábado como cualquier otro las nubes se replegaron detrás de las montañas, como en cualquier otro día, y contra el cielo desnudo el color blanco de unos edificios y el tono oscuro de otros resaltaron con toda nitidez.
Sólo un cielo como este es capaz de perfilar la ciudad de esta manera. Es como si por algunos instantes el aire se vaciara y sólo quedara la silueta de la ciudad. Como en esos paisajes urbanos que se trazan en los comics donde los colores planos agregan impacto y dramatismo a los dibujos.
Al mirar este conjunto de construcciones que se dibuja perfectamente, uno tiende a engañarse pensando que la agitación que inunda las calles es mera fantasía y que la quietud evocada por estas paredes blancas, como los muros de esos lugares remotos donde va la gente para encontrar paz espiritual, es la realidad.
Una escena de digna de El Joven Manosdetijera, de Tim Burton.
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