A través de esta puerta de vidrio se percibe una extraña realidad. Una realidad que obedece a unas leyes distintas a las que rigen el mundo que conocemos.
Es como si al otro lado no estuviera repetido ese mundo que los espejos copian minuciosamente, sino uno donde no sólo el espacio se distorsiona sino también las formas de todo lo que allí existe.
En una ciudad que da cabida a tantas realidades no es de extrañar que también aloje un lugar así, donde la existencia de una persona podría ser alterada temporalmente o para toda su vida, dependiendo de su capacidad de aceptar la fantasía o de asimilar que su única forma de ver el mundo no es universal, que existen otras maneras de contemplar el universo y que hay lugares donde a la realidad conocida y aceptada por todos se le pueden dar otros valores.
¿Será más bien que la realidad es esa otra atrapada en el cristal y que nosotros somos para ellos sólo un reflejo?
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