
A la espera del desmantelamiento definitivo estas puertas permanecerán cerradas, custodiando una memoria ya sin dueños, hasta el día en que lleguen con sus almádanas los demoledores irreverentes.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
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