Durante un tiempo muy corto, mientras la luz del cielo se apaga, es posible ver como la oscuridad va devorándolo todo frente a nuestra vista. Al mismo tiempo las luces artificiales con las que el hombre combate uno de sus miedos más atávicos, empiezan su lucha con las sombras, para dar paso a un espectáculo que, guardando las distancias, parece un firmamento lleno de estrellas.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
Y ahí es cuando nace "La Tacita de Plata".
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