Bajo los tejados se escenifican también los pequeños o grandes dramas que componen la vida de una ciudad.
Sólo los pájaros o los gatos podían ver estos tejados que como una trama de barro cubre las casas. Ahora, como consecuencia de la construcción desaforada de edificios en algunos sectores de la ciudad, es posible ver los techos y los patios que dan luz a los interiores de las casas de esos barrios.
Debajo de estos techos la vida de la gente se desarrolla entre pasiones y alegrías, protegida de los elementos aunque no de los avatares a los que está expuesto un ser humano dondequiera que desarrolle su existencia. Sobre todo si su mundo se reduce, como sucede con mucha gente, a la cuadrícula de calles y de casas que componen un núcleo urbano.