Desde las alturas, como suelen contemplar el mundo las grandes aves, esta águila tallada en la piedra ve pasar la vida de los habitantes de la ciudad. Apenas es visible para aquellos que despegan la mirada del panorama limitado que ofrece una ciudad cuando se recorre su interior.
Salida de las manos de un escultor desconocido, esta hermosa talla debe ser parte de alguna simbología secreta apenas reconocible para los iniciados; para quienes saben dónde buscar, como en esas novelas plagadas de secretos herméticos. Relatos donde las ciudades se convierten en inmensos laberintos llenos de señales que interpretar para llegar al tesoro o desvelar un misterio. Tesoros y misterios que toda ciudad mítica o mitificada esconde entre sus sombras.
Pero esta águila no está oculta, por el contrario, cualquiera puede verla y sin embargo es invisible. Como los verdaderos enigmas está siempre a la vista aunque nadie la vea.
Esos son los verdaderos misterios, los que están a la vista de todos...
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